Bunshi Nanashi

Konohagakure no Sato, la aldea donde una voluntad de fuego inquebrantable se levanta todos los dias entre los aldeanos y Ninjas de la aldea escondida entre la hoja. Siempre hay un nuevo pimpollo que aparece entre las ramas espesas del árbol de la vida, y hay algunos frutos que caen del árbol, dependiendo del destino si podrán convertirse en nuevos árboles mediante el uso de las semillas, o se convertirán en comida para los pajaros y animales herbivoros. Asi sucedía con una pequeña familia, una pareja de un clan que se creía extinto años atras, pero que por casualidades del destino y el tiempo, vuelve a resurgir lentamente desde las cenizas, Bunshi ... el clan que se especializa en el control de la alquimia y el elemento magnetico. Bunshi Rena y Bunshi Kaname, esta misma noche cuando la luna llena se presentaba ante ellos como testigo del nacimiento de su primer hijo, y del único que tendrian. Rena había entrado en trabajo de parto hacía una hora ya, los medicos en el Hospital de Konoha estaban preparados para recibir al nuevo retoño ...

—¡AAAGH!— Gimoteaba de dolor Rena.
—Siga pujando, ¡ya veo la cabeza!— Dijo el partero principal.
—Mi amor, vas bien ... ya casi sale.— Dijo Kaname, su esposo, intentando calmarla.

Rena sostenía con fuerzas una de las manos de su esposo, sudorosa y adolorida, teniendo las piernas abiertas exponiendo sus partes pudorosas al partero, dió un ultimo esfuerzo, usando todas las energias posibles que tuviera para soltar ese ultimo puje que culminaría en el nacimiento del pequeño Nanashi.

—¡UUUGH ... AAAAAAAH!— Exclamó con fuerzas la chica, pujando con todas sus fuerzas.
—¡Ya salió!...— Dijo con un tono apurado el partero, entregando al bebé recien nacido a las enfermeras asistentas, para que asi limpiaran las fosas nazales del bebé y no taparan las vias respiratorias.
—...¡Buaaah! ... ¡BAAAH!— Un llanto agudo llenó la habitación de esperanza y tranquilidad.

Ese llanto desconozolado del bebé fue lo que calmó a todos, un pequeño niño sano y fuerte había salido del vientre de Bunshi Rena, ahora tanto ella como Kaname eran padres de un pequeño niño, al cual le tendrian que poner nombre ...

—¿Como le pondran a su hijo varón?— Preguntó una enfermera, entregandole el bebé a los brazos de su madre.
—Nanashi, Bunshi Nanashi...— Murmuró ella mirando a su pequeño y delicado hijo, acariciandole la cabeza suavemente.
—Hermoso nombre...— Susurró Kaname, acercandose y mirando a su hijo a los ojos, los mismos ojos con los cuales miraba a su esposa, una mirada llena de amor...

Una infancia normal, como la de todos los jovenes de Konohagakure. Apenas cuando cumplió los cuatro años, Nanashi ya desarrolló un buen uso del lengüaje, teniendo obviamente algunos desperfectos como todo niño de su edad. Le faltaba un diente que se le había caído, una paleta. Aunque como aún no empezaba a ir a la academia ninja de Konoha, Nanashi tampoco desarrollaba muchas amistades, o mejor dicho no tenía ninguna, a diferencia de otros chicos de su misma edad que tendrian unos dos amigos.

Pero una tarde con sus padres en el parque, Nanashi se fue a los columpios, donde alli en el otro columpio había una pequeña bastante bonita, de cabellos azul oscuro, largos hasta la cintura, y con una mirada muy bonita, hasta su rostro era delicado, si piel tan palida como la de Nanashi. Desde el primer momento en que la vió, el pequeño Bunshi simplemente sintió como si el corazón le fuese a explotar de un segundo al otro, y un pequeño sonroje apareció en sus mejillas cuando la pequeña niña en los columpios le miró y soltó una tierna risita. Nanashi se acercó y algo cabizbajo dijo... —Uhm, hola ... soy Nanashi, del clan Bunshi.— Susurró timidamente, alzando su mirada y fijandola en los ojos de la niña.

—Jiji ... yo me llamo Aree, del clan Yamanaka.— Sonrió guiñandole un ojito. —Oish ... me llaman mis papis, adiosh Nanashi.— Dijo acercandose al pelioscuro y besandole una mejilla.

Nanashi por esto se sonrrojó aún más, poniendose una mano sobre aquella mejilla que le besaron, dandose vuelta y mirando como Aree se alejaba del parque junto con sus padres, los cuales sonrientes saludaban con la mano al pelioscuro desde lejos, y Nanashi solamente se quedó paralizado, estando más concentrado en mirar a la niña Yamanaka que le había besado una mejilla.
Luego de eso aparecieron los padres del Bunshi le dijeron que ya tenian que irse y hasta le preguntaron quien era aquella jovensita con la cual él había estado hablando y todo ese asunto, a lo cual simplemente Nanashi respondió —Mi futura esposa.— Dijo timidamente, sonrojandose y dejandose ser cargado por su padre, escondiendo su rostro en el hombro derecho de su papá cuando tanto Rena como Kaname se rieron tiernamente por el comentario de su pequeño hijo, yendo a casa, habiendo conocido a Aree ... su primer "compañera"...

Nanashi ya había empezado sus estudios en la academia ninja de Konoha, ahora teniendo seis años, tal igual como su compañera Aree. Los dos siempre pasaban juntos jugando y bromeando en la clase siempre que pudieran, pero tambien se ayudaban de forma constante mutuamente en las tareas, en practicas jutsus entre otras tecnicas basicas que todo Shinobi o Kunoichi debería saber para convertirse en un Gennin. Obviamente todavía les faltaba muchisimo tiempo como para volverse Gennins recibidos de la academia ninja, pero al menos aprovechaban su infancia como es debido y de buena manera. Una tarde de invierno, donde el ambiente estaba un poco más fresco en el país del fuego, Aree y Nanashi se encontraban en la plaza de juegos donde se conocieron, practicando sellos, haciendo la tarea juntos y demás, pero entonces ...

—Oh, pero miren quienes son ... si es la parejita de Bunshi y Yamanaka, son un amor...— Dijo sarcasticamente un chico de cabellos revoloteados y negros, el molestón de la clase. —¡Baff, que asco! ... hagan el favor y vete a tu casita a jugar a las muñecas, Aree, yo y este sopenco tenemos asuntos pendientes.— Musitó mirando a Nanashi fijamente, sonriendo de manera malvada, sonandose los nudillos.
—¡No le hagas nada Warashi!, él no te pasa molestando, ¡eres tu el que molesta!— Dijo Aree poniendose frente al Bunshi, poniendo sus brazos a lo "espantapajaros".
—¡Quitate del medio, mocosa tonta!— Dijo el molestón, pegandole una bofetada en la cara a la Yamanaka, tirandola al suelo a un costado de Nanashi.
— ... — El Bunshi mirando incredulo lo que había pasado, bajó la mirada, apretando sus puños con muchas fuerzas, tambien los dientes entre si, y el entrecejo.
—¿Que pasa gallina? ... ¿No es que querias acallarme de una vez y por todas?— Preguntó riendo ladinamente, Warashi.

Nanashi alzó su cabeza, mirando fijamente al pelioscuro, con una expresión de furia extrema, entonces apretando los puños, arremetió hacia Warashi, golpeandolo en el rostro y tumbandolo al suelo. El molestón no se esperaba esto, ya que sinceramente en realidad era un cobarde, pero por su porte de parecer mayor, de unos ocho años, y obviamente ser más grande en tamaño que el resto de sus compañeros, se aprovechaba, pero es un cobarde de poca monta.

—¡Agh! ... ¡idiota no me golpees!— Dijo Warashi tapandose la boca, pero fue acallado de golpe ... o mejor dicho, de un golpe.
—¡No vuelvas a tocar a Aree! ¿¡Me escuchaste!?— Exclamó Nanashi poniendose encima de Warashi y golpeandole el rostro y cabeza de una manera descontrolada.

Ya cuando el molestón de cabellos azabaches estaba inconciente de tantos golpes e igual Nanashi seguía pegandole, Aree agarró a Nanashi del pecho, abrazandolo por la espalda y separandolo de Warashi, el cual le faltaban ya unos dientes y sangraba por la nariz, boca y la ceja izquierda.

—¡Ya basta! ... está inconciente ... maldición...— Musitó Aree, preocupada más por el Bunshi que por Warashi, el cual yacía inconciente en el suelo frente a ellos dos.
—Tsk... se lo tenía merecido.— Dijo una voz mayor desde atras de ellos, era el sensei de la clase en donde estaban tanto Aree como Nanashi.
—¡Ryota sensei!— Exclamaron ambos, abrazandose a él los dos jovensitos, algo asustados.
—Eso si ... te pasaste un poco, Nanashi ... no sabía que responderias asi ante las molestias de Warashi, pero ... tarde o temprano lo expulsarian de la academia por golpear a otros...— Dijo suspirando el Chunnin.
—Lo siento mucho, fue mi culpa.— Susurró Aree, acariciandose la mejilla en la cual la habian golpeado.
—No, fue mia por que me sobrepasé ... no medí mis golpes, estaba cegado.— Dijo Nanashi, mirando preocupado y algo sonrojado a su compañera.
—Shh, no fue culpa de nadie, solamente de Warashi por molestar.— Suspiró de nuevo el Chunnin. —Ahora vayanse a casa, yo me encargo de Warashi, tranquilos.— Agregó el sensei de los jovenes.

Ambos asintieron, luego Nanashi y Aree se miraron entre si, sonrieron levemente y se despidieron con un amistoso y apegado abrazo, y la Yamanaka le dió un tierno beso en una mejilla, y luego se fueron cada uno a su casa, Aree teniendo una mejilla algo colorada e inchada, y Nanashi con los nudillos rojos de tanto golpear a Warashi en el rostro y cabeza, pero ... se sintió bien, fue raro...

Ya tanto Nanashi como Aree habian aprovado el examen Gennin como la mayoría de su grupo, teniendo ahora 12 años cada uno. Pero para ser llamados Gennins aún deberian pasar la "prueba de supervivencia", que sería dictada por el mismo sensei de la clase, por alguna extraña razón el equipo ninja solamente serian ellos dos juntos, Aree y Nanashi, y como sensei instructor tendrian a Ryota. Se dirigieron a un campo bastante abierto, cerca de la piedra de los heroes, donde los nombres de todos los caídos en guerras o misiones estarian alli grabados.

—Bueno chicos, hoy como deben saber será su prueba de supervivencia.— Dijo Ryota sonriendo levemente.
—¡Si, estamos listos! ... ¿Verdad Aree?— Preguntó Nanashi mirando de reojo a su compañera.
—¡Tiene razón! ... ¡ya estamos listos, cuando quiera sensei!— Dijo muy animada la Yamanaka.
—Bien, la prueba es simple ... deberán pelear entre ustedes, si logran dejar vinculos de lado y pelear con todas sus fuerzas, aprobarán.— Musitó sonriendo levemente. —Entonces ... ¡comienzen!— Exclamó bastante animado, esperando las reacciones de ambos estudiantes.

Los dos se quedaron callados, dieron un salto alejandose el uno del otro, en total silencio, y entonces sacando un kunai cada uno, lo empuñaron como una cuchilla de combate, y alzando sus miradas, fijandolas mutuamente en sus ojos, sonrieron de manera confiada, y entonces la primera en hablar fue Aree...

—Espero que no te duela ... mucho.— Rió suavemente.
—Tsk, eso está por verse.— Musitó sonriendo de medio labio.

Y entonces ambos comenzaron a correr, acercandose el uno al otro a una velocidad bastante elevada. Ryota abrió los ojos de par en par ya que se esperaba mejor que dudaran y se quedaran quietos, titubeantes, paralizados. Pero no fue asi, por lo tanto a gran velocidad con un golpe seco pero no fuerte en el pecho de cada uno de los estudiantes, los separó alejandolos unos metros de entre si, y entonces sacando dos bandas de ninja con el simbolo de la aldea escondida entre la hoja, se las lanzó a ambos, una para cada uno, y sonriendoles, hizo ademán con las manos para que se acercaran. Guardando los kunais y sobandose el pecho, ambos se acercaron a su sensei, y este sonriendo puso las manos encima de la cabeza de sus alumnos.

—Me impresionaron, no me esperaba una actitud tan decidida ... están aprovados.— Dijo Ryota sonriendo ampliamente.

Tanto Nanashi como Aree se miraron, pero la Yamanaka estaba un tanto más sonrojada, entonces se acercó a Nanashi y repentinamente le dió un tierno beso en los labios. Khima abrió los ojos de par en par, miró de reojo a su sensei y este simplemente se dió vuelta para no mirar. Y entonces abrazando a Aree, correspondió el beso, volviendolo más profundo y amoroso, y entonces Aree se separó apenas unos milimetros y susurrando sobre los labios del peliblanco, le confesó...

—Te amo Khima, desde que nos conocimos...— Susurraba Aree, bastante nerviosa.
—Yo ... tambien, desde ... que te conocí...— Musitó correspondiendo los sentimientos de la Yamanaka.

Desde ese examen, desde esa prueba, desde ese día ... Khima y Aree son novios, haciendo misiones juntos como compañeros, como novios, como confidentes, iban avanzando poco a poco, mejorando cada día más, junto con Ryota, el sensei de ambos, el cual orgulloso no podía creer que tan rapido crecian...

—¿No crees que las estrellas son hermosas, Aree?— Preguntó Nanashi en un tono suave, casi hasta meloso, mirando de reojo a su novia.
—¿Hm? ... si ... tienes razón, y son tantas...— Dijo entrecortadamente, soltando un suave bostezo, tapandose la boca con la mano izquierda.

Nanashi por su lado soltó una pequeña risa, entrecerrando los ojos para asi lograr nublar la vista, como si lo hiciera por gusto, pero ahora mismo eran las tres de la mañana, poco a poco el sueño se iba apoderando de ellos, invadiendo sus mentes y debilitando sus sentidos poco a poco. Parecian dos niños pequeños aguantando como podian esa última energía que los antenía despiertos, como si estuvieran esperando anciosos la llegada de alguien o de algo, que simplemente no se podian perder.

Y de repente ... comenzó aquel espectaculo que tanto habian esperado, una lluvia de meteoritos. El cielo se tornaba más iluminado ahora, parecía como si estuviera lloviendo encerio, casi toda la cupula nocturna se cubría de aquella hermosura espacial. Poco a poco iban pasando aquellos meteoros que se iban desintegrando al llegar a la tierra, cada uno soltando un brillo especial, hasta si se lograba tener el suficiente silencio, quizas hasta se podría escuchar un zumbido leve y especial causado por las llamaradas que esta lluvia espacial estaba causando en la tierra. Nanashi miraba totalmente interesado aquella lluvia que parecía no tener fin, y sentandose en el techo de la casa en la cual se encontraban, tocandole el hombro a su novia, señaló en especial un meteorito que parecía no desaparecer, como si su estela brillante quisiera seguir intacta en el cielo nocturno, como si quisiera dejar su marca personal en el final de aquel evento tan especial y tan raramente visto.

—Mira, Aree... mira ese meteorito, ¡que hermoso!— Decía bastante efusivo, aún sin despegar su mirada del meteorito que parecía no desaparecer con su brillo celeste.
—...— La peliazul no contestó, se había quedado dormida antes que comenzara la lluvia de meteoros.
—¿Aree?— Desvió su mirada apenas unos segundos de aquel meteoro, notando que su novia se había dormido. —Se quedó dormida...— Susurró soltando una pequeña risa.

Cuando Nanashi volvió su mirada para querer ver de nuevo aquel espectaculo que seguro estaría pronto llegando a su fin, no pudo ver nuevamente aquel meteorito brillante que estaba pasando, seguro ya se habría desintegrado por completo, terminando asi con todo entretenimiento nocturno esta jornada. Sonriendo de medio labio y suspirando satisfecho, apoyó las manos a sus costados, sobre las tejas, mirando de reojo a su pareja, la cual yacía placidamente dormida y tapada con un abrigo que Nanashi había traido.
Cargando a su novia desde el techo hasta el interior de la casa, sonriendo de medio labio la dejó recostada en la cama, luego Nanashi por su lado se fue a la cocina, aún no tenía sueño, al menos no demasiado, por lo tanto dormir en estos momentos no era una opción demasiado fiable, o por lo menos no tenía ganas de tener esa elección ahora.

Poniendo a calentar en una pava un tanto de agua, esperó sentado en una silla de la cocina/comedor, soltando un profundo suspiro y sacando del bolsillo derecho de su pantalon, una pequeña cajetilla de cigarrillos, de la cual sacó uno que parecía ya estar empezado, dejado por la mitad por asi decirlo, y luego sacando un encendedor de metal del mismo bolsillo, encendió el cigarillo, apoyando la parte del filtro sobre sus labiales, sosteniendolo y aspirando aquel humo del tabaco quemado, disfrutandolo lentamente, como si estuviera degustandolo con su paladar y lengua.

Luego soltó el humo despues de haberlo aguantado por unos segundos en un profundo suspiro, entrecerrando los ojos y escuchando como pronto el agua dentro de la caldera empezaría a hervir, por lo tanto antes que comenzara a sonar aquelo chirrito molesto que es tan caracteristico del agua caliente dentro de una pava, apagó el suministro de fuego, y agarró con su mano izquierda el mango de la caldera, para asi dejarla sobre la mesa.
Dió unos cuantos pasos, abrió una gabeta de la cocina y sacó un Ramen instantaneo, destapandolo un poco y poniendole aquella agua bien caliente, luego volvió a tapar el recipiente, poniendole un par de palillos encima para que el papel no se levantara y el calor del vapor y el agua no se escaparan hacia el exterior.

—Luego de esto, a dormir...— Susurró dando una larga calada al cigarrillo que tenía, terminandoselo y tirando lo que quedaba de este, que era basicamente el filtro, a la basura.

Luego volvió a sentarse, y sacando completamente la tapa de aquel Ramen instantaneo que había dejado reposar con aquella agua hirviendo, insertó los palillos dentro del recipiente, revolviendo bien cada uno de los ingredientes, tanto la pasta como todo lo que incluía este Ramen instantaneo de 3 minutos.

—Ah, que rico ... pero le falta picante.— Susurró hablando consigo mismo luego de haber provado un poco de aquellos tallarines.
—Me pregunto donde habrá quedado la pimienta...— Agregó mirando hacia todos lados, rascandose el costado izquierdo de la cabeza con su mano izquierda.

Levantandose de la mesa, empezó a buscar en las gabetas, hasta que encontró el pimentero, y le hechó un poco a aquel Ramen que estaba comiendo, mezcló rapidamente con los palillos y reanudó su accion de comer los tallarines y beber un poco del caldo, para que fuera bajando poco a poco.
—Ahora si ... le faltaba ese picór...— Murmuró aún hablando consigo mismo. Pero luego escuchó un sonido leve proviniendo desde un costado, de la habitación donde estaba durmiendo Aree... Nanashi iba a levantarse, pero cuando iba a hacer esto, apareció la Yamanaka, "tallandose" los ojos con las palmas superiores de las manos, bostezando profundamente y mirando con algo de pereza al Bunshi, sonriendo de manera leve, notandose que aún seguía algo dormida.

—Hola bella durmiente, ¿que o quien te echó de la cama?— Preguntó soltando una pequeña risa.
—¿Has estado fumando de nuevo?— Preguntó ella, apretando el entrecejo y olisqueando el aire con suma curiosidad.
—Ahm, si ... solo fue uno pequeño...— Admitió suspirando profundamente, terminando de tomar lo que quedaba del caldo del Ramen instantaneo.
—¿Que te he dicho de fumar? ... tienes que terminar con esa costumbre, o terminarás muriendo de cancer al pulmón.— Se quejó inflando las mejillas.

Nanashi suspiró y se levantó de su asiento, tirando el recipiente vacío de Ramen y acercandose a su novia, dandole un tierno beso en los labios que ella correspondió con gusto, pero se notaba en la mirada de la Yamanaka, que no le gustaba en absoluto que su pareja fumara, menos dentro de la casa, seguramente por el olor que quedaría ahi dentro.

—Al menos lavate los dientes, o cambiate de ropa, sabes que me da asco el olor a tabaco.— Pidió Aree en un tono caprichoso.
—Está bien amor, ya lo hago...— Bufó Nanashi mientras entraba al baño, sacandose la ropa sin siquiera cerrar la puerta, la falta de pudor frente a su novia era ya algo común, total ... ya varias veces se habian visto desnudos.
—Gracias mi vida~...— Musitó ella soltando una picara risa, dirigiendose al dormitorio.

Nanashi rió suavemente al haberle dado gracia aquellas palabras de su novia, cerrando la puerta del baño y abriendo el grifo de agua caliente.
Sacandose una gomita del pelo la cual servía para sostenerselo en una coleta de caballo en la parte superior trasera de la cabeza, luego se metió en la ducha, comenzando a darse un rapido baño que seguramente duraría menos de 10 minutos, ya que no necesitaba más que quitarse esa fuerte fragancia que el humo del tabaco logra impregnar en el cuerpo, ropa y hasta en el cabello y aliento.
Pasados unos minutos, cerró los grifos de agua, cubriendose las partes intimas con una toalla medianamente grande, pero que le permitiera cubrirse y rodearse por completo por la cintura, para poder cubrir de ahi para abajo hasta la altura de los tobillos. Con otra toalla un poco más pequeña, salió del baño y caminando hacia el dormitorio, secandose el cabello con aquella toalla última que había agarrado.

—A...— Ante de siquiera pronunciar el nombre de su novia, Nanashi pudo ver que ella se había dormido de nuevo.

Vistiendose luego de haberse secado el cuerpo, se olió su propio aliento, recordando que debía lavarse los dientes para sacarse el olor a tabaco, por lo tanto volvió al baño, asi tambien de paso para dejar las toallas mojadas en el cesto de lavar la ropa.
Suspiró profundamente y se cepilló los dientes, mirando el espejo fijamente como si estuviera queriendo ver más allá de este, como si buscara algo dentro de su propia mirada, ¿pero que podría ser?.
Rapidamente negó con la cabeza, riendo irónicamente, y escupió la espuma que se había formado con la pasta dentrifica dentro de su boca, tomando un poco de agua y ejuagandose, suspirando de nuevo y tambien lavando el cepillo de dientes, guardandolo donde era debido y saliendo del baño, dirigiendose de nuevo al dormitorio, esta vez ya metiendose debajo de las cobijas, acercandose a su novia.

—Ñam...— Murmuraba entre sueños Aree, abrazando a Nanashi apegadamente.
—Heh.— Soltó una pequeña risa ronca el joven Bunshi, cerrando los ojos lentamente y correspondiendo el abrazo.

Poco a poco Nanashi fue cayendo preso en los brazos del sueño, en aquel acogedor lugar llamado "inconciencia", si ... siempre se está en un estado nconciente cuando uno duerme, es el único momento que el cuerpo descansa lo suficiente para recobrar esas energias perdidas en el día, el único momento ... en el cual el cuerpo tiene paz...


La oscuridad, algo que casi nunca se puede evitar en medio de la noche, una situación que provoca temor en algunos corazones, principalmente en el de nanashi. Aquella oscuridad la cual parecía ser que lo estaba invadiendo poco a poco, como una enfermedad, como un cancer que se iba expandiendo lentamente por su cuerpo, afectando por cada parte que este virus pasaba. Los sentimientos que sentía Nanashi por su novia eran simplemente indescriptibles, el amor que ambos se tenian mutuamente era claro de envidia para muchas otras parejas que quizas ... solo quizas, se llevaran mal. Igualmente... todos dicen que en la realidad de los sueños, uno está seguro, ¿y que tal si esa seguridad en la que todos confiamos se ve alterada de un segundo al otro?.
Asi pasaría aquella noche, Nanashi estaba abrazando a su novia, pero en sueños, solamente veia oscuridad, se encontraba sentado de cucllillas en el suelo, se le notaba temeroso, inseguro, como si no fuera él mismo.

De pronto, algo pasa rapidamente delante de él, viendose obligado a desenvainar una especie de Katana corta, llamada "Tânto", y cuando aquella silueta pasó de nuevo, esta vez la pudo atacar en un solo movimiento, atravezandole el pecho con un solo movimiento, pero entonces, cuando Nanashi hizo el movimiento de quitarle la mascara que traia aquella persona oscura, lo único que vió fue la cara de su novia, el rostro de su amada compañera, la cual asesinada por su propio novio, parecía debilitarse más y más, en brazos de su querido confidente...

—¿Que ... he hecho?— Se preguntaba, con los ojos abiertos de par en par, invadidos en lagrimas.

—Heh... al final ... lo hiciste, Nanashi...— Susurró entrecortadamente, tociendo y escupiendo sangre.
—Yo sabía ... que tarde o temprano ... lo harias...— Agregó mientras iba lentamente cerrando los ojos.
—Ya... no te amo...— Dijo en un último suspiro de vida, como si aquellas palabras fueran una maldición puesta en los hombros del Bunshi, cayendo muerta en brazos del joven pelioscuro.

—Amor, vamos ... despierta, Aree...— Decía desesperado, comenzando a soltar aquellas lagrimas contenidas, moviendo el cuerpo inerte de su novia, pero sin respuesta alguna.
—Aree... ¡AREE!— Exclamó a todo pulmón, llorando sin consuelo.

Algo parecía golpear su pecho, el cuerpo inerte de su difunta novia se desvaneció como polvo en el viento, era como si puñetazos fueran dados directamente al corazón, como si fuera a tener un infarto. Luego Nanashi comenzó a escuchar un zumbido que gradualmente iba aumentando su volumen, logrando asi aturdir la audición y los sentidos generales del Bunshi, todo aquello pronosticaba asi, el fin del sueño, o mejor dicho ... pesadilla...


Los parpados de Nanashi se abrieron rapidamente, tan rapido como se mueven las alas de un colibrí. Mirando hacia todos lados, de pronto pudo ver a su novia dormida, apoyada en su hombro derecho. Soltando un profundo suspiro de alivio, Nanashi acercó sus labios a la cabeza de su novia, besandole la frente con suma delicadeza y ternura, notando luego como ella lentamente fue abriendo los ojos, fijando su perezosa y mal despierta mirada sobre la de su novio, dibujandosele una leve pero dulce sonrisa a ambos...

Pequeñas lagrimas comenzaron a brotar de los ojos del joven Nanashi mientras se quedaba mirando fijamente a su novia. La Yamanaka, preocupada, como podía, a besos o rozando la yema de su dedo pulgar izquierdo por debajo de los ojos del Bunshi, secaba aquellas lagrimas que caian por su rostro, se notaba que eran de felicidad, al menos ella podía notarlo por conocer tanto tiempo a su novio, pero igualmente no sabía las razones por las cual lloraba, ¿habría tenido un mal sueño?, si, era eso, pero Aree lo desconocía totalmente, inclusive nunca podría imaginarse que Nanashi habría soñado tal cosa, por lo tanto sería algo dificil de averiguar por si misma, pero haría lo posible para evitar que Nanashi siguiera lagrimeando como lo estaba haciendo ahora...

—Asi que se acerca el fin del mundo... ¿eh?— Susurró Aree, mirando con una tierna sonrisa a Nanashi.
—¿Uh? ... ¿porqué lo dices?— Preguntó algo confundido el joven Bunshi.
—Dicen que cuando los angeles lloran, es que se avecina el fin de los tiempos, ¿tu que crees?— Musitó la Yamanaka, soltando una leve risa, dandole un suave beso en los labios a su novio.
—¿Asi que soy un angel?— Dijo mirandola aún a los ojos, luego de haber correspondido el beso.
—Para mi, si lo eres... asi que no llores más, o pensaré que se acabará el mundo, y nosotros sin hijos.— Comenzó a reir luego de haber dicho eso, mirando aún a Nanashi a los ojos.

Nanashi rió junto a ella, asintiendo luego con la cabeza, secandose las lagrimas con la manga izquierda de su camiseta para dormir, y luego le dió un romantico beso a su amada novia, la cual yacía recostada a su lado. Luego ambos se levantaron de la cama, no sin antes darse unos cuantos besos un tanto más apasionados que quizas podrian haber llevado a otras cosas, aunque raramente lo "hacian" en la mañana. Ambos se dieron una ducha, vistieron, desayunaron ... y simplemente ... salieron de la casa en donde estaban, su casa, la casa que ambos compartían para vivir. Ambos... salieron cada uno por su camino, como dos conocidos que se saludan rapidamente y siguen su camino, Aree a hacer sus tareas diarias como Kunoichi, y Nanashi ... como Shinobi de Konoha...