Búsqueda del Hospital

La misión empezó con un breve paseo por las calles principales de la Villa Oculta de la Arena. En un principio, parecía más grande que su propia villa, quizás fuera porque no conocía ésta, pero le daba la impresión. Aquel molesto ninja aún le seguía, pero continuó ignorando su presencia. Anduvo unos pasos en búsqueda del herbolario de la Villa Oculta de la Arena, se topó con varios transeúntes por el camino pero no habló con ninguno de ellos, no le parecía adecuado. ¿Dónde está el maldito herbolario? - pensó mientras continuaba su recorrido por las calles principales, las cuales anotaba en su mente para realizarse una futura idea para crear un esbozo de un mapa de la aldea.

A diferencia de su villa, aquel clima caluroso se asemejaba a la actitud de sus aldeanos. Éstos eran más confiados, más simpáticos y más alegres. La muerte no acechaba en esas calles y la desconfianza y temor no se observaba en los ojos de las mujeres e hijos. Continuó con su marcha hasta parar en un pequeño parque, donde allí encontraría la solución a su búsqueda: el herbolario.

Ginzuo, a pesar de estar dentro de la botella, se enteraba de todo lo que ocurría a su alrededor, ya habían entrado a la aldea, aparentemente sin ningún percance, ahora su hermano estaba buscando el herbolario, Ginzuo no le podía ayudar mucho así que simplemente se quedó callado.

- Espero que lo encuentre pronto... - Pensó, se le hacía molesto viajar dentro de una botella, era un poco incómodo a pesar de su estado soluble.

Había salido del hospital y se había dirigido hacia los contenedores de basura para tirar todos los desperdicios resultado de su misión. Tras ello, volvía a casa pensando aún en la joven kunoichi médica. Caminaba con aire distraído, sin hacer mucho caso a la gente que pasaba a su alrededor. Ella le había invitado a volver cuando quisiera, pero no creía que fuese adecuado ir allí sin un motivo claro, como una misión o alguna otra cosa. Mientras caminaba, atravesó un parquecillo para atajar, esquivando casi como quien no quiere la cosa los balonazos de los niños que jugaban alegremente, hasta el punto de que tuvo que realizar un salto acrobático para evitar que dos de ellos le hicieran una fuerte entrada disputando una pelota dividida. Cuando cayó al suelo, se dio cuenta de que había una persona que no debería estar allí.

—(¿Y ése?) —pensó, al ver la bandana distintitva de la aldea oculta de la niebla. Avanzó un poco más, sin quitarle la vista de encima, desconfiante, con cara de pocos amigos. Lo cierto era que a Fukukiri no le gustaban nada los extranjeros, pues la historia decía que siempre traían problemas y guerras. Aún así, si estaba allí tan tranquilo, no sería para armar un altercado y, seguramente, la villa ya lo tendría vigilado. En cualquier caso, se acercó un poco para informarse más acerca de él—: Pareces desorientado; ¿puedo ayudarte en algo? —dijo cortés, pero nada simpático.

El pequeño parque estaba lleno de críos jugando a la pelota o montándose en los columpios. Al peliblanco no le gustaban a los críos, por eso los ignoró mientras buscaba a alguna madre o alguien capaz de orientarle. Observó cada banco, todos llenos de críos y de mujeres. Se decidió ir a preguntar a una madre pero, de repente, apareció un ninja de la Villa Oculta de la Arena, que observaba desconfiadamente al peliblanco pero se disponía a ayudarle de manera cortés, sin provocar alboroto. Sí... - respondió primeramente el ninja de la niebla.- estoy bastante desorientado. Necesitaría ir al herbolario... - pausó y miró de arriba abajo al ninja, pues no le quería dar muchos datos de la misión.- debo entregar una cosa.- finalizó y, seguidamente, agarró la botella de su chaqueta y se colocó de espaldas al ninja, destapando la botellita sin que se diera cuenta y lanzó la botella a la basura, sin intención de hacer canasta. La botella que contenía a Ginzuo se encontraba en el suelo, tumbada y el peliblanco sonrió, sin que el ninja de la arena lo pudiera ver.

Se giró y retomó la mirada con el chico y, segundos después, preguntó por dónde quedaba el herbolario, que si fuera tan amable, se lo indicara. Cruzó los brazos y esperó.

Fukukiri observó al tipo con atención, poniendo especial énfasis en sus gestos y muecas, cosa que, normalmente, solía dar bastante información sobre el estado de ánimo, si una persona está nerviosa, etc… El extranjero sólo le dijo que tenía que ir a entregar una cosa, un paquete o algo, antes de darse la vuelta y lanzar una botella hacia un cubo de basura, con tan mala puntería que no encestó.

—(Un shinobi patético…) —pensó ante la supuesta muestra de mala puntería del chico. Luego, se volvió a girar hacia él y le preguntó por el herbolario, a lo que Fukukiri tardó en responder, ya que se quedó pensando un momento si Niichu seguiría allí—: Es por allí; busca el hospital y te dirán como llegar en la recepción —contestó al fin, levantando un brazo y señalando en la dirección por la que él acababa de llegar hacía un minuto. Luego, esperó a que el extraño se fuera y se acercó caminando hasta el cubo de basura. Miró la botella, viendo que no debía estar vacía, ya que se había derramado parte del líquido y había mojado el suelo—. (Qué cerdos estos ninjas de la niebla…) —pensó, antes de coger el recipiente y vaciarlo completamente en el suelo arenoso, antes de tirarlo dentro del cubo y darse media vuelta, empezando a caminar de vuelta a su casa. Antes de abandonar el parque, se dio cuenta de que una sombra cruzaba sobre su cabeza a toda velocidad, sabiendo ahora a ciencia cierta que había un ninja de la aldea siguiendo al mensajero recién llegado para vigilarle. Más tranquilo, se metió las manos en los bolsillos del pantalón y caminó bajo el ardiente sol vespertino…

El inútil de su hermano le había lanzado a una papelera antes de llegar al herbolario - ¿Qué coño hace este tío? - Pensó Ginzuo, mientras les observaba charlando, después veía cómo se iba Yagara por un lado y cómo se acercaba el ninja de Sunagakure hasta él, agarrando la botella y vaciándola sobre la arena. - Matente quieto... - Logró aparentar ser agua normal hasta que el ninja se dio la vuelta en dirección a quién sabe dónde, ya estaba dentro, lo que quedaba era sacar información de dónde fuese.

Miró hacia los lados, aún en forma de charco, y se decidió por perseguir a aquel ninja que había hablado con su hermano. - Quizás podría sacar información de ese... - Hacía bastante calor y el suelo estaba ardiendo, no le gustaba demasiado aquella aldea, aún así debía aguantar para el éxito de la misión, mientras avanzaba notó algo. Derrepente se cayó por una alcantarilla, cayendo sobre un conducto con aguas residuales - Mierda, literalmente. - Rápidamente se convirtió en físico de nuevo y se agarró a una barandilla que situadas a los lados impedían que nadie se cayera en el agua fecal, saltó esta y cayó sobre una pasarela de madera, medio destruída y con peldaños rotos. - Al menos aquí hace menos calor...

La humedad y el olor eran latentes, Ginzuo se tapaba la nariz mientras pensaba cómo orientarse por aquellas calles subterráneas. Hizo un sello y exclamó - ¡Mizu Bunshin no Jutsu! - Creó 3 copias que tiraron cada una por una bifurcación de aquel alcantarillado subterráneo, cada una iría a parar a un lugar distinto, Ginzuo continuó avanzando por la "calle principal" esperando que sus clones encontraran algo viable.