Estudio sobre el efecto de tóxicos #01

Después de que Niichu ayudara a aquel pobre gennin con sus impresionantes habilidades sanadoras, dejando a Fukukiri atónito ante la rapidez de la curación, ambos prosiguieron su camino por las calles de la aldea, hasta encontrar un sitio adecuado para sus fines. Se hallaban cerca de unos almacenes de comida, en la parte trasera, que daba a un acantilado escarpado que ascendía varios metros hacia el cielo. Ya era casi mediodía y el sol lucía en todo su explendor, elevando la temperatura del mercurio hasta niveles duros para las personas. Los buitres ya merodeaban la zona, esperando encontrar alguna presa que hubiera caído víctima de aquel sofocante calor en medio del desierto, emitiendo sus característicos graznidos desde el cielo.

—Realmente, eres sorprendente… nunca había visto a nadie curar con semejante facilidad unas heridas tan graves —comentó el chico, aún impresionado por la joven—; has debido de entrenar mucho, ¿verdad? —dijo sonriente, mientras en sus adentros pensaba que ojalá hubiera estado aquella kunoichi con ellos durante la misión en la que perdió a todos sus compañeros. Pateó ligeramente el suelo arenoso, levantando un poco de polvo y luego volvió a mirarla—. ¿Y bien? ¿Qué es lo que hay que hacer? —inquirió con curiosidad, rascándose la mejilla con un dedo.

Los dos ninjas habían estado un buen rato caminando, llegando a un pequeño acantilado que se encontraba cerca de unos almacenes, era un lugar bastante amplio, un lugar perfecto para poner a prueba aquel tóxico en combate. Así que después de observar la zona, sacó un pequeño pergamino en el cual había varios objetos sellados todos bastante inútiles aparentemente aunque era lo que ella necesitaba. Seguidamente lo extendió en el suelo, realizó una sucesión de sellos y situó su mano encima de el haciendo que apareciera un pequeño cubo repleto de agua.

Después de que aquello apareciera mediante la invocación Fukukiri se dirigó de nuevo a la kunoichi, volviendo a halagar sus habilidades como médicas además de preguntarle que había que hacer ahora que se encontraban en la zona indicada. Niichu le contestó a su primera pregunta: -Sí, supongo que sí he entrenado bastante aunque después de todo lo que conseguiste ver antes se lo debo a una persona... - Después dejando un pequeño silencio, contestó la siguiente pregunta que formuló el shinobi - Primero necesitaré que me dejes alguna de tus armas, supongo que con dos o tres será más que suficiente - dijo mientras vertía aquella sustancia rojiza que se encontraba en el frasco que había sacado del hospital sobre el agua, haciendo que el color del tóxico predominara en el.

La chica hizo referencia a otra persona cuando habló de sus facultades para la medicina, pero no se extendió más, lo que dejó a Fukukiri un poco intrigado. Luego, vertió el contenido venenoso del frasco que llevaba en el cubo de agua que había aparecido del pergamino de invocación, tal y como había aprendido a hacer él con sus armas. Parecía que la intención de Niichu era impregnar el filo de alguna de ellas, para probar así sus efectos. El chico se llevó la mano a la cartuchera del brazo izquierdo y tomó un par de kunais. Se acercó al cubo y supuso que tendría que introducirlos dentro. Tuvo cuidado de no mojar la empuñadura y, cuando los sacó, dejó que gotearan un poco sobre la arena, para que luego el veneno no escurriera por la hoja hasta su mano, autointoxicándolo. Después, los enfundó y desenvainó el ninjaken de su cinto, repitiendo la operación. Luego, observó a la joven y empezó a deducir lo que quería que hiciera, en parte por la gran habilidad para sanarse ella misma que había demostrado cuando el chico de la academia le mordió el brazo.

—Quieres que te ataque con ellas, ¿verdad? —aventuró perspicazmente, mirando luego el filo del arma que sostenía en sus manos—. La verdad es que no me hace ninguna gracia probar esto así, pero… si es lo que quieres… —comentó, separándose de un salto y volviendo a clavar la mirada en la joven, esperando una respuesta, ya que podría estar equivocado y no quería hacer algo de lo que pudiera arrepentirse.

La sustancia tóxica ya recubría todo el agua que se encontraba depositada en el cubo y Fukukiri ya había procedido a impregnar sus armas con ella, así que era el momento de dar comienzo y poner en práctica los efectos de aquel líquido nocivo. El shinobi le comentó a Niichu lo que creía que iban a proceder a hacer ahora, lo cual era más o menos lo que se dispondría a explicarle a continuación.

Se que esta forma no es la más correcta, pero no suele haber muchos voluntarios para ser envenenados... aun así, no te lo pondré del todo fácil, mi intención es proceder a dar comienzo un combate de entrenamiento en el cual se permitirá todo, no habrá ninguna restricción en el y si no ves inconveniente esperaré a tu des el primer movimiento - Dijo mientras vertía un senbon casi en su totalidad en aquel líquido para que después lo sellara de nuevo en el pergamino, evitando así que estorbara en aquel extraño combate.

Niichu dijo que no había una forma mejor de hacerlo, ya que no había muchos voluntarios dispuestos a realizar semejante locura como inocularse un veneno potencialmente peligroso de manera voluntaria. Combatirían sin restricción alguna, como una batalla real, y dejaría que él fuera el que hiciese el primer movimiento. Por último, impregnó un sembon con aquel tóxico y devolvió el cubo a su lugar de procedencia, para que no estorbara durante la lucha.

El gennin se colocó en guardia, envainando el ninjaken de nuevo lentamente, de forma que fue plena y largamente audible el roce metálico con la funda. Sus ojos estaban clavados en la joven y no mostraban ningún rastro de amabilidad o piedad. La brisa soplaba meciendo los cabellos de ambos, mientras finas cortinas de polvo se levantaban desde el suelo. Fukukiri adelantó un pie, manteniéndose quieto unos segundos más. El ambiente estaba cargado de la tensión propia de una confrontación entre dos ninjas, pudiéndose casi cortar con un cuchillo. Y por fin, se decidió a actuar.

Corrió un par de metros y luego saltó hacia la pared de uno de los almacenes cercanos. Se mantuvo adherido a ella gracias al flujo de chakra que recorría las plantas de sus pies, flexionando las piernas para quedar encogido. Aprovechó esta posición para sacar uno de los shurikens que llevaba en la cartuchera de la pierna derecha y, seguidamente, saltó alto en el aire, ayudándose de un gran impulso de chakra en los pies, para luego, desde el cielo, a unos tres metros por encima de la cabeza de la kunoichi, dar una hábil voltereta y lanzar el shuriken directamente sobre ella. Mientras caía dando vueltas sobre sí mismo en el aire, sacó uno de los kunais envenenados de la funda del brazo y, nada más caer, de espaldas a ella, se giró bruscamente y lo lanzó sin ninguna piedad, tratando de herirla. Después de aquel primer envite, permaneció en guardia, viendo los resultados de su ataque y estando preparado para lo que la kunoichi pudiera reservarle.

Niichu después de impregnar su senbon con aquella sustancia rojiza y haberle explicado lo que harian a continuación se colocó en una posición ofensiva, flexionando las piernas y esperando a que el shinobi realizara su primer movimiento. Fukukiri envainó el Ninjaken y cuando por fín decidió hacer algo, cogió algo de impulso y saltó apoyándose en una de las paredes de los almacenes cercanos manteniendose en una posición horizontal y aprovechandola para lanzar una sucesión de shurikens y por último antes de caer, lanzó uno de los kunais que habían sido envenenados.

Esta táctica que había empleado su contrincante era bastante hábil, ya que había realizado varios movimientos acrobáticos y una pequeña sucesión de ataques, aunque no fue algo muy complicado de evitar, simplemente realizó una pequeña cantidad de sellos dejando una pequeña estela de humo, Kawarimi no Jutsu, había empleado mientras acumulaba algo de chakra en las manos y se tocaba la cabeza, Mirukoto no Henkou, susurró.

La vista de Niichu se había mejorado notablemente, su velocidad para percibir las cosas había aumentado así que decidió pasar al ataque, corrió por una pequeña parte del descampado, lanzando un total de cinco shurikens, tres hacia su posición y los dos restantes a cada lado, evitando así que los esquivara todos moviéndose hacia un lado. En caso de que Fukukiri saltara, se encontraría con un senbon impregnado en veneno, el cual, sería lanzado si esta se encontrara en el aire.

Como había previsto, la kunoichi pudo evitar fácilmente su primer ataque de tanteo, utilizando la técnica del cambiazo para evadir todos los golpes. Fukukiri se quedó parado y miró a su alrededor, localizando pronto a la ninja médico. Ésta se había llevado las manos a la cabeza, para luego correr a la par que lanzaba una ráfaga de shurikens, tres contra él y dos a los lados para que no pudiera esquivarlos con facilidad. La mejor opción era saltar para esquivarlos todos, pero supuso que aquella sería precisamente la trampa. En lugar de eso, se movió a la derecha y, desenvainando el ninjaken, golpeó el shuriken que cubría ese flanco, lanzándolo despedido hacia el cielo con fuerza. Esbozó una sonrisa en la cara, pues, a pesar de tratarse de una joven con grandes recursos médicos, no se desenvolvía nada mal en batalla.

—No lo haces nada mal —apuntó, corriendo hacia ella aprovechando su gran agilidad, disciplina en la que destacaba.

Mientras corría, acumulaba el chakra en su boca, de tal forma que, al quedar a dos metros de ella, disparó un Renkûdan para desestabilizarla, saliendo disparada la bola de aire comprimido de su boca sin ningún sello previo. Si lo lograba, a continuación, se acercaría a corta distancia y trataría de asestarle alguna cuchillada en los brazos, aunque con cuidado de no hacerle cortes muy profundos. Si no, tomaría distancia, dando un salto atrás y poniéndose en guardia para esperar el siguiente movimiento de Niichu.

Su primera estrategia había fallado, su oponente no evadió aquellos shurikens de la manera que ella esperaba así que tubo que guardar el senbon envenenado para otra ocasión, así que colocándose en una posición defensiva esperaba el próximo movimiento, el cual consistió en abalanzarce contra ella a la vez que preparaba un ataque de viento, concentrantando su chakra en la boca. Cuando aquel extraño proyectil estaba preparado y Fukukiri se encontraba lo suficienemente cerca lo lanzó, impactando contra el pecho de la kunoichi a la vez que realizaba una estocada con su ninjaken en sus brazos.

Niichu se resintió al recibir aquella sucesión de golpes, aunque después de recibir el impacto de aquel jutsu fuuton dejó caer el senbon impregnado de veneno, así con suerte podría clavárselo en el brazo a la vez que retrocedía dando pequeños saltos mientras dejaba que la sangre empezara a brotar hasta llegar a sus manos.

La esfera de aire impactó en el pecho a la kunoichi, de forma que fue perceptible el ligero bamboleo de sus senos agitados. No obstante, Fukukiri estaba en medio de una pelea y, si por algo se caracterizaba, era por tomarse hasta los más absurdos entrenamientos muy en serio. Habiendo desestabilizado a su oponente, avanzó hasta asestarle una cuchillada con el ninjaken, llegando a herir ambos brazos gracias a la trayectoria diagonal que describió el arma. Sonrió confiado, ya que había conseguido una gran ventaja al cortarla y, además, intoxicarla con el veneno del filo del arma; pero, de pronto, notó cómo algo se clavaba en su antebrazo, haciéndole retirarse inmediatamente de un salto. La kunoichi lo imitó y se apartó dando varios saltos cortos, hasta quedarse a una distancia prudencial. Fukukiri miró entonces la zona en la que había notado el pinchazo y vio el sembon, seguramente, el que la chica había envenenado antes de empezar el combate. Se lo quitó rápidamente, dejándolo caer al suelo.

—Parece que ya estamos envenenados los dos —observó, mirando de reojo la aguja, para luego clavar sus ojos en la kunoichi. Esbozó una media sonrisa, dando la impresión de que aquella situación le gustaba o algo parecido—. Veamos si puedo derrotarte antes de que empiece a hacer efecto…

Niichu estaba bastante peor que él, ya que sus dos tajos, aunque poco profundos, sangraban notablemente, creando un reguero que discurría por sus finos brazos hasta sus delicadas manos. A eso, había que unirle el hecho de que ella también estaba intoxicada ahora, así que, si él tenía alguna reacción a causa del veneno, ella la tendría multiplicada. No obstante, debía contar con el factor de que era una sanadora experta, así que no sabía a ciencia cierta qué era lo que podía esperar de sus dotes médicas. Fukukiri envainó su ninjaken y decidió que, ya estando herida y con su única arma envenenada fuera de uso, resolvería aquella confrontación usando sólo sus manos.

Concentró el chakra en sus piernas y se desplazó a la máxima velocidad que pudo, dejando en ridículo toda la rapidez alcanzada anteriormente. Se colocó al lado de la kunoichi, a su izquierda, y amagó con golpearla en el rostro con el puño zurdo; sin embargo, su verdadera intención era hacerle la zancadilla con la pierna, de forma que cayera hacia delante, para luego propinarle un codazo con el brazo derecho en pleno vientre. Si conseguía llevar acabo aquellos movimientos tal y como quería, podría luego hacerle una llave, agarrándola alrededor de la zona pectoral y elevándola por encima de su persona hasta estamparla contra el suelo al otro lado.

Los ambos brazos de la kunoichi habían recibido un buen corte, además de que empezó a sufrir las consecuencias de su propio veneno, ambos brazos empezaron a ponerse de un color rojizo, irritándose a gran velocidad, así que decidió empezar a dejar que su chakra circulara libremente por su cuerpo produciendo algo de humo al estar elimando la sustancia nociva, exceptuando su brazo izquierdo en el cual, deseaba comprobar por si misma el máximo efecto de aquel veneno. Las heridas causadas por donde su chakra fluía empezaron a sanar rápidamente, haciendole cobrar estabilidad y obligando a que su veneno no se siguiera expandiendo por su cuerpo.

No obstante, había conseguido envenenar a su oponente, el cual se pudo percartar de ello poco después de encontrar con el senbon clavado en su brazo. Este parecía tener la intención de acabar rápidamente con el combate, evitando así que el veneno empezara a hacer efecto en su cuerpo y mucho menos dejar que se expandiera por el, así que precipitándose hacia ella a una gran velocidad para empezar un combate cuerpo a cuerpo pero Niichu, gracias a la mejora aplicada en su vista pudo adaptarse con mayor facilidad a los movimientos de su enemigo.

En lo que Fukukiri se acercó las manos de Niichu se recubrieron de un chakra con tonalidades oscuras (Saibou no Kouhai) , uno bastante contrario al que usaba para curar, el cual transmitía una sensación cálida y agradable. Este daba una sensación de terror y frio y se dispuso a contraatacar la próxima sucesión de golpes. Cuando el primer golpe de Fukukiri fue realizado, Niichu lo intentó evitar dándole en la mano para apartarla a la misma vez que le golpeaba un golpe con la palma abierta en el pecho.

De cualquier modo, había conseguido anular los movimientos de su contricante, ahora solo faltaba esperar para responder a sus próximos movimientos y ver si había conseguido acertar con sus golpes, el cual fue algo más debil de lo normal por culpa del veneno que poseía en su brazo izquierdo y que no deseaba curar aún.

Mientras se acercaba hacia la kunoichi, pudo distinguir, sorprendido, cómo un chakra oscuro empezaba a fluir a través de sus manos. Al contrario que la energía verdosa que utilizaba para curar, ésta era siniestra e inquietante, llegando a ponerle la carne de gallina al gennin. Nunca había visto una técnica similar y, mucho menos, hacer el chakra visible de aquella manera. No obstante, prosiguió con su ataque, lanzando el amago con el puñetazo en la cara. Sin embargo, la chica tenía unos reflejos excelentes y, como esperaba, pudo desviar su brazo antes del impacto. Aún así, lo que no tenía previsto era que la joven contraatacara con semejante precisión, utilizando aquel chakra tan frío y tenebroso que desprendía. Fukukiri había ejecutado la zancadilla, pero, debido a que tuvo que intentar esquivar aquel golpe, no pudo culminar su movimiento con el codazo y la posterior llave. Además, de esa forma, perdió el equilibrio, y las manos de Niichu llegaron a rozarle el pecho, produciéndole una sensación extraña, como si esa energía hubiera traspasado su ropa y le hubiera abierto una herida.

El chico cayó al suelo, de costado, al igual que ella, que no había evitado la zancadilla. Sentía algo de dolor en la zona pectoral, pero lo que realmente comenzó a molestarle fue un tremendo picor, que aspiraba a escozor, en su brazo derecho, en la zona en que la aguja se había clavado. Lo miró y pudo ver cómo se estaba enrojeciendo, irritándose por momentos, resultando terriblemente molesto, hasta el punto de que tenía que apretar los dientes para no soltar un quejido. No iba a poder continuar combatiendo con aquella mano, pero la kunoichi estaba tirada a su lado. Sólo necesitaba un movimiento más, un solo movimiento. Encogió el brazo izquierdo hasta llegar a alcanzar el mango del otro kunai envenenado que llevaba y lo sacó, alargando la mano para intentar ponerlo a escasos centímetros de su cuello, amenazándola con un golpe mortal.

—Creo que… ya está bien… —dijo, esbozando una sonrisa irónica, mientras mantenía un ojo cerrado para soportar mejor la irritación que le había producido el tóxico (o al menos eso pretendía)—. No cabe duda de que este veneno… es realmente efectivo… —añadió, retirando el kunai y enfundándolo de nuevo, soltando una pequeña risotada, antes de agarrarse el brazo mermado con la otra mano, acariciándolo para intentar calmar aquella desagradable sensación—. ¿No tienes por ahí el antídoto? Empieza a ser verdaderamente molesto. —Y se incorporó, quedando sentado en el suelo.

Niichu había conseguido desviar el primer golpe que su oponente había lanzado a la misma vez que consiguió golpearle con su mano en el pecho, pero esta, no contaba con una zancadilla que el mismo le había hecho antes de que cayera, la cual provocó la caida de la misma. Su brazo empezó a teñirse de color rojizo por completo, la infección no conseguía seguir expandiendose pero a su vez el corte que no deseaba curar la estaba haciendo perder bastante sangre. De igual modo su rival que también había sido envenenado, empezó a sentir aquellos mismos síntomas.

Ambos, estaban tirados en el suelo, uno estando al lado del otro, separados por escasos centímetros los cuales fueron aprovechados por Fukukiri por desenfundar uno de sus kunais impregnados de veneno para posteriormente acercarlo al cuello de la kunoichi la cual, sonrió, el veneno ya había sido puesto en práctica y aunque no era lo que ella esperaba exactamente, podía llegar a ser útil en combate.

El shinobi decidió dar fín a aquel pequeño entrenamiento, así que retiró el kunai que se encontraba al lado del cuello de Niichu y con una sonrisa algo forzada afirmó la efectividad del veneno a la vez que le pedía el antídoto. Ella no podía negarse, después de todo Fukukiri había aceptado a funcionar como conejillo de indias así que dejó que su flujo de chakra recorriera su cuerpo, esta vez por completo, permitiéndole sanar los efectos del veneno y el corte que yacía en uno de sus brazos.

Seguidamente se levantó lentamente, quedándose sentada al lado de Fukukiri a la vez que tendía su brazo derecho hacia el mientras decía: - Podría aplicar una cura pero... tardaría demasiado y estoy agotada, así que si no te importa muerde - Le comentó mientras le miraba con una sonrisa, bastante segura de sus palabras.

La kunoichi se incorporó también, quedando sentada, y comenzó a curar sus heridas de una manera asombrosa, siendo incluso sobrenatural. Fukukiri la miró entre sorprendido e interesado, mientras sus heridas se cerraban y el enrojecimiento de su piel remitía. Era absolutamente increíble, más cuando la joven le ofreció el brazo y le dijo que lo mordiera, con una sonrisa en el rostro. Él recordó cómo así había curado a aquel gennin apalizado por el friky encapuchado de la arena y asintió, cogiendo su mano con suavidad y acercándolo a su boca. Seguidamente, hincó sus dientes en su fina y tersa piel, provocando que sangrara un poco. De inmediato, aquella extraña habilidad sanguínea de Niichu hizo que el escozor empezara a remitir, reduciéndose cada vez más, retrotrayéndose hacia la zona en la que se le había clavado el sembon, hasta que, finalmente, desapareció por completo, momento en que el gennin retiró la boca y observó cómo la mordedura desaparecía del brazo de la kunoichi.

—¡Es absolutamente impresionante! —exclamó, mirando su propio brazo, que estaba como nuevo. Se levantó entonces y le tendió la mano a la chica, para ayudarla a levantarse—. Creo que tienes un futuro brillante como ninja médico… y como investigadora de tóxicos —dijo, con una nota de humor en la segunda parte de la frase. Fukukiri se sacudió la ropa, quitándose los restos de arena que había tomado del suelo, quedando así más o menos limpia. Volvió a mirar a Niichu entonces y, de pronto, le vino a la mente dónde había escuchado el apellido Hikari. Su rostro quedó convertido en una mueca de incredulidad, sabiendo que tenía ante sí a una descendiente o familiar de aquel que osó rebelarse contra la aldea hacía ya diez años. Dio un par de pasos atrás, seguramente ante la extrañeza de la joven, pero fue algo instintivo—. ¡Ah…! Creo que me he mareado un poco… —trató de disimular, llevándose la mano a la cabeza y frotándosela.

¿En serio estaba ante la persona que creía? ¿Qué debería hacer entonces? No parecía mala persona, aunque, cuando había usado aquella extraña técnica del chakra oscuro, le había invadido una sensación muy extraña e inquietante. Y esos poderes curativos tan desarrollados… ¿qué era realmente? Como miembro de una de las familias más reputadas de la villa, era inconcebible que se mezclara con traidores, pero, sin embargo, seguramente ella no habría participado en aquellos acontecimientos, puesto que apenas tendría uno o dos años más que él; era demasiado pequeña en aquel entonces. ¿Podía considerarse entonces una traidora, como extensión de los actos de su familia? Era algo que, visto desde la pura lógica, no tenía sentido, pero, para las costumbres sociales de la gente, era una verdad indudable.

—Niichu… —comenzó, algo dubitativo por lo que iba a hacer a continuación—, ¿tienes algo que ver con… Hikari el rebelde? —inquirió, mirando fijamente a la kunoichi, esperando su respuesta o reacción.

Niichu había sanado sus heridas por completo y Fukukiri había aceptado a moder su brazo, haciendo que su habilidad sanadora empezara a recubrir su cuerpo, eliminando cualquier sustancia nociva que se encontra en el y regenerado cualquier tejido herido. Cuando sus heridas ya se habian curado por completo retiró su boca y dejó de moderla para después ayudarla a levantarse mientras halagaba sus habilidades, cosa que ella contesto con un simple: Gracias, supongo - mientras mantenía aquella sonrisa.

Cuando ya ambos se levantaron, Fukukiri retrocedió algunos pasos, parecía haberse mareado aunque poco después sus palabras lo confirmaron mientras se llevaba la mano a la cabeza. Ella sabía que era casi imposible que fuera por algo exterior aquel síntoma que había presentado, el veneno debería haber sido eliminado por completo y eso es algo que ella estaba completamente segura, así que pensó en que podría haber pasado aunque no dijo nada, prefirió seguir observándole.

El shinobi se quedó varios segundos mirandola, pensando en algo que ella a simplevista no podía saber. Así que siguió esperando, que este volviera en sí y decidiera dar comienzo con aquella cosa que le hacía estar algo nervioso. Poco después Fukukiri tomo la palabra y realizó una pregunta a Niichu, la cual la hizo deja de sonreir y desviar la mirada al suelo. Sus ojos se volvieron a apagar y suspiró antes de contestar aquella pregunta: - Sí, ese hombre es mi padre.

La kunoichi estaba dispuesta a seguir hablando ya que eso pertenecía al pasado y no le importaba que la gente lo conociera, aunque sí cada vez que recordaba a su padre sus ojos se iban apágando, haciendola vagar por una infinidad de recuerdos, así como las historias en las que se relataban las muertes de su hermano, su madre y la del suicido de su padre, la cual vivió ella misma.

La chica bajó la mirada y sus hermosos y relucientes ojos se apagaron, como si la pregunta la hubiera afectado de algún modo. Tal vez temiera lo que podría pensar o hacer si descubría su vínculo con el rebelde, aunque no le parecía que fuera exactamente eso; su mirada era muy similar a la que las personas tenían, cuando recordaban algo triste, como la que él presentaba al recordar a sus tres amigos muertos ante sus propios ojos. Tras ello, confirmó que Hikari, el rebelde, era su padre, y no pareció querer huir de la conversación ni cambiar de tema, a pesar de que estaba visiblemente afectada. Fukukiri se quedó pensativo unos segundos, asimilando lo que acababa de descubrir, reflexionando acerca de qué debería hacer en ese caso. Se cruzó de brazos, manteniendo la mirada en la joven kunoichi, con un gesto indescifrable, hasta que, por fin, habló:

—Entiendo… —Avanzó hacia ella despacio, sin dejar de mirarla y le puso la mano en el hombro, como intento de reconfortarla—. No te preocupes; nosotros somos lo que hacemos, no lo que nuestros ancestros hicieron —dijo, dejando ver que no le importaba en absoluto el hecho de que fuera hija de un rebelde. Luego, esbozó una sonrisita sarcástica y comentó—: Además, hay que tenerlos cuadrados para volverse en contra del Kazekage; debía ser muy fuerte. —Bajó entonces el brazo y avanzó un poco más, poniéndose justo a su lado, aunque mirando en dirección contraria. La observó de reojo, con la cara cubierta parcialmente por sus largos y sedosos cabellos negros—. Entiendo cómo te sientes; yo perdí a tres compañeros… tres amigos… hace poco, delante de mis narices. No pude hacer nada para salvarlos… y eso me corroe por dentro —explicó, sabiendo que, según los libros, Niichu había perdido a gran parte de su familia, si no toda.

El joven shinobi se había mantenido de brazos cruzados, esperando las respuesta de Niichu, la cual, no tardó mucho en contestarle, aunque esa pregunta cambió totalmente su estado de ánimo. Era un buen momento para despejarse e ir a dar una vuelta por ahí e intentar entretenarse con algo para despejarse de aquellos recuerdos que empezaban a invadirla. Poco después de que Fukukiri se percartara de ello intentó reconfortarla, se acercó a ella y le colocó una mano en el hombro, para después de dirigirse a ella para intentar sacarle una sonrisa aunque fue en vano y posteriormente para relatar parte de su historia. Así que ella procedió a contestarle.

- No... no creo que sepas como me siento, mi padre fue un cobarde, una persona que huyó de mi, pero bueno... ahora me he estado adiestrando para evitar cosas como las que te han sucedido, tal vez en un futuro cada equipo de Sunagakure posea un ninja médico, ese será mi objetivo - Dijo mientras elevaba la mirada y hacía un leve esfuerzo por sonreir.

El chico escuchó en silencio las palabras de la kunoichi, acerca de su padre, al que consideraba un cobarde por huir de ella (supuso que se había suicidado), y sobre su sueño de que cada equipo de la aldea tuviera un ninja médico entre sus filas, para así poder evitar cosas como la que le ocurrió a los amigos de Fukukiri. Esbozó entonces una sonrisa más cálida y sincera y se giró, pasando el brazo por los hombros de la joven, intentando así que se sintiera mejor. La miró a la cara, apartando con la otra mano un poco sus cabellos y dijo:

—Por suerte hay gente valiente que no huye ante nada para intentar salvar a sus amigos, aunque finalmente no puedan —La estrechó un poco contra sí de manera cariñosa y luego prosiguió—: Estarás cansada después de tanto usar tus habilidades médicas… ¿quieres tomar algo? Yo invito —ofreció, separándose luego y metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.

Continuó con la vista fija en la chica, esperando su respuesta ante el ofrecimiento. Si aceptaba, la llevaría a algún bar o restaurante de la aldea en el que pudieran reponer fuerzas con una buena comida. De lo contrario, no insistiría más y dejaría que se fuera, no sin antes despedirse con una sonrisa afable y unas cuantas palabras reconfortantes.

Niichu había terminado de hablar, contandole algo que ella estaba interesada en hacer, poco después se acercó a ella pasandole los brazos por los hombros, tal vez un intento de reconfortarla pero algo así no funcionaría, ella aún seguía vagando por su los rincones de su mente, en aquellos recuerdos que la envolvian.

Poco después este se dirigió a ella y le dirigió unas palabras para posteriormente invitarla a tomar algo, pero ella no podía aceptar algo asi, ya había empleado demasiado tiempo en comprobar la sustancia tóxica que ella había creado, así que no le quedo otra que rechazarlo mientras decía: - Me encantaría ir, pero ahora mismo tengo que volver al hospital y atender algunos asuntos en el herbolario, quizá en otra ocasión podamos ir a tomar algo. - Poco después de terminar la frase se sacudió el pantalón y se miró el vendaje que protegía su pecho el cual estaba algo sucio así que aprovecharía para cambiarlo.

Al terminar de sacudirse se acercó a Fukukiri, dándole un beso en la mejilla mientras sonreía y murmuraba: - Gracias... - Seguidamente se dio la vuelta y se dispuso a irse, posiblemente tendrían otras posibilidades de encontrarse y tal vez con algo de suerte el destino les encomendaría alguna misión, una en la cual deberían trabajar como compañeroso no como rivales en combate.

La kunoichi declinó la invitación de Fukukiri, aunque parecía que sus intentos por animarla habían servido de algo, aunque fuera poquito. Se despidió de él con un beso en la mejilla, después de sacudirse la ropa para limpiarla de polvo. Él le dedicó una sonrisa y se despidió con la mano, mientras veía cómo se marchaba. Tras irse, miró a su alrededor y fue recogiendo las armas que había usado que aún servían, como shurikens y el kunai. Después de este reciclaje, decidió marcharse también, algo animado por haber encontrado alguien así en la aldea. Andaba bajo el sol abrasador, con hambre y sed, pero canturreaba feliz una melodía típica de la aldea.