Terminando la misión.

Niichu se dirigó con paso serio hacia el lugar donde aquel extraño hombre le había indicado, una tienda bastante pequeña llena de figuras en la cual ella debería entregar aquel pergamino que le había traído tantos problemas. Se adentró en la tienda y tubo una pequeña conversación con el encargado, este se estubo quejando un buen rato por temas del tiempo que se había tardado, este no paraba de hablar, irritando a la joven, tanto que le asestó un fuerte puñetazo en la cara.

Niichu no estaba de humor y no estaba para soportar las impertinencias de nadie, ahora mismo no, solo quería descansar, olvidarse de todo y perderse en el tiempo, pero claro, no todo iba a salir como ella esperaba. Poco después de que golpeara al encargado y dueño de la tienda entraron varios hombres, tal vez matones o tal vez simple gentuza que paseaba por allí en ese momento. Estos se dispusieron a pelear, se colocaron en formación y se abalanzaron contra ella pero fue en vano, las dos abejas que yacian dormidas en sus hombros se abalanzaron sobre ellos explotándoles en su cara y otorgándole a Niichu el suficiente tiempo para dar uso a toda su arcilla restante.

Había recordado como murió su madre, pensó en el pasado, todo lo que la había echado de menos, todo lo que deseaba para estar junta a ella y conocerla, tener a alguien a su lado de una vez por todas, alguien que no la rechazara, alguien que simplemente no se arrepintiera de su existencia así que estos tristes recuerdos, acumulados con su cansancio, le hicieron tomar una desición algo extraña, posiblemente una suicida.

Niichu realizó varios sellos y una cúpula de arcilla rodeó a los dos matones, el encargado y dueño de la tienda y a ella misma, encerrándolos en aquella masa que se iba comprimiendo a gran velocidad. Eso era una bonita bomba de relojería que no daba escapatoria a todo aquel que se encontrara dentro. Cuando la cúpula de arcilla no se pudo comprimir más, simplemente explotó, arrasando por completo la tienda.

Segundos después de la explosión, Tanzaku Gai se puso en alarma, todo el mundo corría, no sabían que podía haber pasado y algunos estúpidos o valientes se internaron dentro de los escombros en busca de una respuesta, pero solo encontraron tres cuerpos y nada más.