Un día algo aburrido.

Niichu había salido del herbolario después de descubrir el antídoto para un veneno bastante complejo, era un veneno capaz de ir destruir todas las células que se econtrara a su paso, pero este, se extendía muy lentamente por lo tanto antes se podía remediar amputando el lugar afectado o simplementer con la ayuda de una integrante médica en el equipo pero el problema esque por Sunagakure, había varios equipos en los cuales no había ningún médico y eso causaba bastantes bajas.

Cuando llegó al hospital, fue bien recibida por todos, ya la conocían y solía pasear por allí o simplementer ayudar en lo que podía. Ella intentaba mantener una faceta alegre pero en verdad su pasado no paraba de recorrer su mente, aunque intentaba olvidarlo por cualquier medio. Poco después una auxiliar del hospital fue corriendo a buscarla, la necesitaban porque un paciente parecía tener unos síntomas desconocidos, lo cual no debería ser mucho problema para ella siempre y cuando ella decidiera usar "eso".

La joven se solía negar a emplearlo, lo veía como ir a por el método fácil y solía decir que ella no siempre estaría ahí para todas las emergencias que hubiera, pero aun así, no se pudo negar a ver al paciente. Después de varios pasos se internó en la habitación 059, una niña de unos 3 años de edad no paraba de estornudar sangre, esta, había sido envenenada, usada como coballa por un psicópata del cual se desconoce su localización. Niichu no pudo negarse, parecía como si algo estubiera deborando a la niña la cual no paraba de llorar y retorcerse en la cama, ella no sentía pena ni nada parecido, pero simplemente no pudo decir "no".

Así que se acerco a la niña, se quitó aquella molesta bata que también le cubría los brazos y la dejó caer, tenía una excusa para no llevarla puesta y después de eso dudaba que la obligaran a ponérsela de nuevo. Ella estiró su brazo derecho y con su mano izquierda acercó la cabeza de la niña a este obligándola a que lo mordiera. Cuando la niña mordió su brazo, todos y cada uno de sus dientes en ella, cada vez esta ejercía más fuerza, tanto que consiguió que el brazo de Niichu empezara a sangrar aunque esto no hizo que ella apartara el brazo, debía terminar lo que había empezado.

Un minuto después, la niña dejó de ejercer fuerza a la misma vez que dejó de moverse, había caido en un profundo letargo, un sueño bastante plácido por lo que se pudo ver, ya que sonreía. Niichu se levantó, su brazo ya no sangraba, parecía haberse regenerado de aquella mordida y se quedó mirando unos instantes a la enfermera que la había traido hasta aquí, sonrió, se despidió y se marchó hacia la entrada del hospital. Este, parecía estar bastante saturado así que su ayuda vendría bastante bien en estos momentos.

Había pasado el tiempo que los médicos le habían recomendado para dejar que el corte que había sufrido aquel fatídico día mejorase, teniendo que ir a revisión para una evaluación nueva. Apenas le molestaba ya un poco cuando se lo tocaba, así que, en apariencia, no debería haber ningún problema o contratiempo; al menos, eso esperaba. Incluso, habiendo cumplido una misión durante aquel tiempo, no se había resentido en absoluto, gracias, principalmente, a que no había encajado ningún golpe en dicha extremidad. De lo contrario, seguramente, la herida se habría reabierto, provocando que el proceso de cicatrización se alargara aún más, quien sabe si llegando a infectarse.

Llegó caminando por las calles de la aldea, mientras un leve viento arrastraba algo de polvo, dejando las ropas de todo el mundo un tanto sucias. Aquello era bastante normal en la aldea, ya que el desierto era un ambiente hostil y cada vez que soplaba brisa, la arena se levantaba de la superficie, danzando por el aire en suspensión, cual corrientes de agua granulada. En la entrada, fuera, vio a varios facultativos charlando tranquilamente, mientras fumaban; el típico descansito a media mañana.

Al entrar, se dio cuenta de que había bastante gente. No sabía exactamente a dónde tenía que ir, así que optó por preguntar en la recepción. Por desgracia, había un poco de cola, así que le tocaría esperar. Mientras lo hacía, vio cómo una joven, de aspecto algo mayor que él, aparecía desde alguna sala interior del complejo. Ésta tenía el cabello moreno y largo, sujeto con un lazo y otros avalorios. Era delgada, de busto poco prominente, aunque ciertamente guapa. Sus ojos azules eran hermosos, pero a la vez desprendían una extraña sensación que no era capaz de describir. No llevaba bata médica, pero, a pesar de eso, se puso a ayudar a la gente de la recepción, como si estuviera allí normalmente. Nadie le decía nada, así que debían conocerla. Estaba cansado de esperar, así que, sin más dilación, decidió avanzar hasta colocarse frente a ella.

—Buenos días, señorita —comenzó, saludando cortésmente, aunque sin sonreír demasiado—. Tenía que venir a que revisaran el estado de una herida de combate —explicó, mostrando el brazo vendado, para continuar—: ¿Podrías decirme dónde tengo que ir?

La kunoichi estaba apoyada al lado del mostrador, esperando a que la volvieran a llamar o le asignaran algo que hacer, pero ese tiempo no pasó nada interesante. Solo tuvo que atender a dos pacientes los cuales mostraban unos síntomas bastante parecidos a la niña que habia tratado anteriormente aunque ahora, se había resignado a usar habilidad sanadora que los demás consideraban como especial. Así que haciendo uso de sus conocimientos médicos, como si fuese una más, extrajo las sustancias nocivas de los cuerpos de sus pacientes dejándolos estables.

Poco después de aquellas dos aburridas intervenciones el hospital parecía seguir estando saturado, no paraba de llegar más y más gente y se había formado una pequeña cola delante del mostrador. En un principio ella no esperaba atender a nadie al menos que se lo asignaran, pero un shinobi, posiblemente más pequeño que el, se acercó a ella.

—Buenos días, señorita —comenzó, saludando cortésmente, aunque sin sonreír demasiado—. Tenía que venir a que revisaran el estado de una herida de combate —explicó, mostrando el brazo vendado, para continuar—: ¿Podrías decirme dónde tengo que ir?

Niichu se quedó un instante observando al chico que se había acercado a el, era un poco más bajo que ella y poseía el pelo de un color oscuro además de unos ojos marrones. Ella se podía haber quedado un tiempo más examinándolo ya que apenas tardó un par de segundos pero decidió continuar con la conversación.

- Buenos días. - correspondió el saludo la kunoichi para posteriormente contestarle a su pregunta. - Ahora mismo el hospital está bastante saturado, aunque si es solo una revisión podría encargarme yo misma, si no quieres esperar ahí. - Contestó de una manera algo simpática aunque algo burlona mientras señalaba la fila que se encontraba en el mostrador.

La chica lo saludó amablemente y le explicó que, en aquellos instantes, andaban bastante liados, debido a la gran afluencia de pacientes. Por su forma de hablar, no parecía que fuera una doctora o enfermera, pero, en cambio, se ofreció a revisar el estado de su lesión, así que debía tener algún conocimiento médico. Miró de nuevo a la larga cola y resopló cansinamente, antes de volver la cabeza hacia la kunoichi y aceptar, asintiendo con la cabeza.

La joven lo condujo hasta una sala cercana de consulta para llevar a cabo el procedimiento. Cerró la puerta tras de sí, haciendo que el jaleo producido por la gran cantidad de gente quedara un poco atenuado. Echó un vistazo a su alrededor, comprobando lo que había en la habitación, observando con curiosidad los útiles médicos, mientras caminaba. Para finalizar, se sentó en una camilla típica de las que suele haber en los ambulatorios y miró a la chica, expectante. Supuso que tendría que contarle un poco cómo había sufrido el corte, para que tuviera una base sobre la que sentar el diagnóstico.

—Me hicieron un buen tajo con un wakizashi hace una semana. Ya no me molesta mucho, así que, creo que está bien, pero en fin… usted dirá… —explicó, llevándose luego la mano al vendaje y retirándolo poco a poco, desliándolo para permitirle ver la herida. Luego, dejó la venda sobre la camilla y observó la incisión, que parecía tener mucho mejor aspecto. No obstante, dejó que fuera la kunoichi quien diera un diagnóstico, permitiéndole cualquier movimiento que quisiera hacer y obedeciendo a lo que ella dispusiera—. ¿Qué tal lo ve?

El shinobi había aceptado la propuesta de la joven médica, permitiendola que ella lo examinara y aunque ese tratamiento no debería ser muy complejo prefirió examinarlo en una habitación preparada para ello, siguiendo así el protocolo y respetando a los demás pacientes. Niichu empezó caminar hacia la habitación, esperando a que aquel joven la siguiera y aunque no estaba muy lejos, no se dirigieron ni una sola palabra por el camino.

Cuando llegaron a la habitación, el shinobi se sentó en la camilla, procediendo a relatar lo sucedido a Niichu y empezando a quitarse aquel vendaje. Parecía que la herida no era muy grave, era un un corte que se situaba en el brazo y aunque parecía que ya no presentaba ninguna molestia debería ser tratado para evitar infecciones o que la herida se abriera.

Niichu se quedó observando el brazo, no parecía estar en mal estado pero aplicaría una cura para que el ninja pudiera volver a usarlo con normalida así que se sentó junto a el y le agarró el brazo con su mano derecha de una manera bastante suave para proceder a examinarlo. Pasó su mano izquierda por encima del corte casi sin rozarlo, después lo agarró, apretándolo poco a poco esperando a ver si daba como resultado alguna muestra de dolor y seguidamente lo soltó.

Era el momento de empezar con el tratamiento, Niichu realizó una sucesión de sellos y sus mano izquierda se envolvió en chakra, el cual, mostraba unas tonalidades verdosas. Normalmente, no necesitaría aplicar sellos para un tratamiento normal, pero en este había decidido hacer uso de algo más avanzado, algo que ella misma había creado y que deseaba poner en práctica. Cuando su mano izquierda se había estabilizado con aquel chakra de tonalidad verdosa acercó su mano hacia la herida y la dejó un buen rato, esperando a que sus células fueran regerándose a la vez que sus tejidos se iban recuperando. Mientras la herida se iba regenerado, la joven decidió entablar una pequeña conversación con el así que le preguntó con una expresión casi alegre - Bueno, todavía no me has dicho tu nombre, yo me llamo Hikari Niichu.

La joven tomó el brazo y lo examinó con suavidad, pasando una de sus manos por encima del corte, apenas rozándolo. Luego, Apretó la zona, provocando que Fukukiri esbozara un gesto leve de dolor y soltara un pequeño quejido siseante. Una vez hecho esto, realizó unos cuantos sellos, haciendo que de su mano brotara un chakra de color verde, dejando al shinobi sorprendido. Así que se trataba de una kunoichi especialista en medicina; eso lo explicaba todo. Posó su mano sobre la herida y notó una cálida sensación recorriéndole todo el cuerpo. Era como si el tajo se estuviera sanando a pasos agigantados, aunque la curación era lenta. Mientras continuaba con el proceso, que aún tardaría en concluir, la joven decidió entablar algo de conversación, haciendo notar que no le había dicho su nombre y presentándose seguidamente como Hikari Niichu, con un tono alegre.

—Yo soy Akikaze Fukukiri; encantado de conocerla, señorita Hikari —replicó él, tan educado como el protocolo, tan seguido por su familia, exigía. Trató de parecer más amable, aunque tampoco era que no lo hubiera sido hasta el momento, esbozando una ligera sonrisa—. ¿Así que es una kunoichi médica? Menuda sorpresa me ha dado —comentó, aún sorprendido por las habilidades de la chica a esa edad. Luego, la observó con más detenimiento, aunque tampoco mucho, para no parecer descortés o pervertido, simplemente una visual de abajo a arriba—. Su apellido me suena un poco… —advirtió, mirando hacia el techo con aire reflexivo, tratando de recordar dónde lo había escuchado—; (Hikari… de qué me suena…) —pensaba, creyendo que lo había leído en algún libro o algo parecido, pero no acababa de saber dónde. Bajó la vista de nuevo, contemplando a Niichu y cambió de tema, ya que no se acordaba—: Seguro que tiene un montón de pretendientes, ¡verdad? Las kunoichis médicas suelen tener mucho éxito entre los chicos, más en su caso, que es francamente hermosa —halagó, dándose cuenta de repente que podría sonar a una especie de cortejo, de forma que trató de rectificar—: No haga caso, no es asunto mío —dijo, acariciándose la nuca con la otra mano, incómodo.

Niichu había empezado con el tratamiento, había aplicado su mano rodeada de aquel chakra de tonalidades verdes sobre el brazo de su paciente, en aquel lugar donde se encontraba el corte. Cuando toqueteó el brazo por la zona del corte pareció causarle molestias al paciente por lo tanto era necesario aplicar sus habilidades médicas en el.

Poco después de que Niichu se presentara, el shinobi también lo hizo con una educación bastante notable dandoce a conocer como Akikaze Fukukiri. La kunoichi nunca había oido hablar de el, pero si tal vez haber escuchado alguna que otra cosa sobre su familia, pero nada que considerara importante como para hacerlo saber. Poco después, Fukukiri continuó con la conversación - ¿Así que es una kunoichi médica? Menuda sorpresa me ha dado - comentó algo sorprendido mientras la contemplaba. - Sí, así es. - Contestó Niichu sin desviar la mirada de la herida, aunque esperó a que el ninja continuara con ella. -Su apellido me suena un poco… - Comentó, aunque esta vez Niichu no dijo nada, prefirió dejar ese tema limitándose a seguir escuchando. - Seguro que tiene un montón de pretendientes, ¡verdad? Las kunoichis médicas suelen tener mucho éxito entre los chicos, más en su caso, que es francamente hermosa - halagó, dándose cuenta de repente que podría sonar a una especie de cortejo, de forma que trató de rectificar -: No haga caso, no es asunto mío - dijo, acariciándose la nuca con la otra mano, incómodo.

Niichu al escuchar sus últimas palabras sonrió, esto consiguió desviar su atención de la herida hacia la cara del shinobi, mirándole por unos instantes mientras decía: No importa, pero la verdad esque no todo es como parece, suelo estar demasiada ocupada como para entretenerme con esos temas... - Le contestó, terminando su última palabra con un leve suspiro y volviendo su mirada a la herida, la cual ya debería haber sanado. Así que ella apartó la mano y aquel chakra que se había concentrado en sus manos empezó a desvanecerse.

- Parece que esto ya está, esa herida ya no debería volver a darte ningún problema... - Comentó la kunoichi, volviendo a sonreir una vez más y esta vez desviando por completo su atención hacia la del shinobi.

La joven confirmó lo que había pensado, que se trataba de una kunoichi médica. Luego, no hizo ningún comentario frente al hecho de que le sonara su apellido, así que tampoco le dio más importancia. Por último, frente a la suposición de que Niichu ligaría constantemente, ésta dijo, no sin sonreír y mirarle a la cara, que no era como parecía, ya que, normalmente, estaba muy atareada como para poder preocuparse por temas de esa índole. Emitió un pequeño suspiro, que el chico no supo bien cómo interpretar, esbozando una mueca de desconcierto, pero sin decir nada. Finalmente, la sanación de la herida concluyó y la kunoichi dio el visto bueno, determinando que estaba completamente recuperado. Volvió a mirarle, mientras éste hacía algunos movimientos sencillos, para probar su extremidad. Sonrió al comprobar que estaba en perfecto estado y luego clavó sus ojos en los de Niichu.

—Muchas gracias, señorita Hikari; ojalá me hubieran aplicado este tratamiento desde el principio… —agradeció, haciendo notar que le parecía una tontería aplicar terapias antiguas disponiendo de aquellas habilidades entre los ninjas médicos. Luego, le tendió la mano en señal de amistad y gratitud—. tiene usted unas habilidades increíbles. —Y, tras eso, hizo un movimiento de ojos, como haciendo que dieran una vuelta completa, para volver a fijarlos en ella—. ¿Puedo tutearla? —preguntó, manteniendo su buena educación característica.

El tratamiento había finalizado y todo había salido bien, el joven shinobi parecía que ya podía mover su brazo a la perfección así que poco después de que el mismo lo comprobara, halagó las habilidades curativas de Niichu, las cuales eran bastante sorpredentes por aquel don que le había otorgado su madre. Después de los halagos Fukukiri le preguntó si podía tutearla a lo que Niichu respondió: Claro, no hace falta tantas formalidades... después de todo soy una kunoichi más.

Poco después de decir aquellas palabras, Niichu se puso en pie, dirigiéndose hacia un pequeño armario el cual estaba repleto de muestras de tóxicos enumerados del 001 hasta el 076, lo abrió y sacó un pequeño frasco con la etiqueta de "001". Seguidamente se volteó y caminó hacia la puerta, esperando a que el shinobi se levantara y se dispusiera a dirigirse a la salida mientras le comentaba: - Acabo de formar una sustancia tóxica y me gustaría ponerla a prueba, ¿Si tienes algo de tiempo te importaría acompañarme a algún descampado?- Dijo con curiosidad.

Niichu se incorporó, satisfecha por el trabajo realizado. Había aceptado que la tuteara, así que, a partir de ahora, podría ser más informal. Se encaminó hacia un armario en el que había unos botes numerados y tomó uno. Luego, mientras salían de la sala, le explicó que acababa de desarrollar un nuevo tóxico y necesitaba probarlo, por lo que le preguntó si tenía tiempo para ayudarla. Fukukiri se lo pensó un poco, ya que eso de “probar venenos” le sonaba bastante mal, pero finalmente aceptó, puesto que aquello iría en beneficio de la villa (esperaba…).

—Busquemos un lugar apartado entonces.