El trato con Hina

Tras recorrer por aquel bosque con penumbra y niebla, el peliblanco se detuvo en aquel campo de entrenamiento en el cual los dos hermanos anteriormente disfrutaban dándose de golpes, con batallas y combates sin fin. Se dispuso andar con un ritmo lento por aquella zona mientras realizaba la sucesión de sellos correspondiente a la siguiente habilidad: ¡Kuchiyose no Jutsu! - exclamó el chico mientras posó la mano en una pared y Hina apareció a medio metro a la derecha del invocador con una sonrisa en su rostro mientras maullaba. Miaaau... parece que es hora de comer, Yagara-kun.- dijo mientras observaba a su alrededor, pues no había ningún restaurante. ¿Y la comida, chico? - reprochó al peliblanco una vez estaba situado en su hombro con aquellos saltos veloces y característicos de Hina.

- Ahora entraremos a las calles, Hina-sama. Usted podrá elegir la comida de hoy.- dijo el peliblanco a la gata, quien maulló nuevamente. El peliblanco cambió la dirección de sus pasos hacia las calles de la ciudad. Pasó por callejuelas, no muy agradables para ningún humano, hasta llegar al centro de la villa, donde se disponían de la mayoría de servicios en condiciones y con mayor seguridad. Por el camino, la gata se dedicó a tomar una cabezada en el hombro de Yagara, quien se encontraba incómodo con la presencia de la gata, pues no se había acostumbrado aún a tratar a seres como ella. Ahora, se despertó y señaló un restaurante de platos variados, de cualquier tipo. El peliblanco anduvo hacia el lugar deseado por la gata y allí observo una barra y unas seis mesas, escogió la barra, pues le resultaba más cómodo a ambos.

La gata saltó encima de la mesa y se sentó mirando al peliblanco. Parece que dominas bastante bien el lanzamiento de senbons, Yagara-kun. Te diré un secreto, joven... - la gata se acercó al oído del peliblanco, mientras este se acercó a ella.- algún día te adiestraré para que aumentes tu poder de batalla, con esos senbons no llegarás a mucho.- se apartó del peliblanco soltando una risa confusa para la mente del peliblanco, pues no estaba claro lo que quiso decir. La gata se giró hacia el camarero, levantó su pata y le llamó la atención para que se acercara para tomar sus pedidos.
¡Tráeme pescado crudo y... para mi compañero... salmón ahumado! - dijo la gata, sin preguntar al peliblanco. Yagara cruzó los brazos sobre la mesa y esperó observando la gata, quien movía la cola por la ansia de comer pescado.

Ginzuo paseaba por las calles en busca de su hermano, después de haber terminado su entrenamiento con éxito, pasó por una calle plagada de restaurantes, dónde encontró a Yagara y a su inconfundible gato disfrutando de una comida bastante abundante. Se acercó hasta ellos sentándose en la barra al lado de Yagara y, antes de que se diera cuenta de su presencia, le daba unas palmaditas en la espalda.

- ¿Así que para esto te largaste de la misión, eh gandul? - Le miraba con cara seria, no se le veían los ojos pero la seriedad era patente, aunque derrepente soltó una carcajada. - Bueno, no importa... veamos ¿Qué hay de comer aquí? - Seguía hablando mientras veía la carta... - Hum, esto estaría bueno, me encanta el sushi. - Cerró la carta y se lo pidió al camarero, dejando esta sobre la mesa. Tras esto se giró hacia su hermano, dirigiéndole la palabra con un pergamino en la mano.

- Gracias a mí, tenemos una nueva misión, esta vez más interesante que la de esos bandidos ¿Te apuntas? - Sonreía, antes de que él contestase procedió a contarle más detalles. - Se trata de infiltrarnos en la aldea de la arena... - Miró hacia los lados por si alguien los escuchaba - El objetivo es recopilar información y.. ¿porqué no? Tomarles un poco el pelo, podría ser divertido. Me he tomado la ocupación de crear toda una estrategia para esta misión, espero que te resulte interesante... - El plato de sushi se posó en sus narices, y paró la conversación para romper los palillos y empezar a comer.

El camarero trajo los platos pedidos por la gata Hina. Ésta, no pudo desistirse en saltar hacia su pescado crudo para devorarlo con rapidez. Mientras que el peliblanco optó por tomarse aquel plato con tranquilidad, pues se lo merecía. La gata agradeció al plato al mismo tiempo que opinaba sobre este. Yagara-kun, este pescado está realmente rico. Jiji. Pocos segundos después, su hermano entró a aquel restaurante, aunque el peliblanco no se había percatado de su presencia. Unas palmaditas en la espalda le alarmaron, sí, era su hermano, quien no parecía contento por la marcha del peliblanco durante la misión, pero lo disimuló con una carcajada. ¿Es que tenías miedo de volver solo, Ginzuo? - contestó el peliblanco, pero aún así, continuó hablando para iniciar otra cena conjunta, primero el ramen... ahora el restaurante. Éste se pidió sushi, quien más tarde Hina agradecería un bocado de ese plato.

Su hermano explicó su siguiente misión, una visita a la Aldea Oculta de la Arena. Y se dispuso a explicar su maniobra para adentrarse a la villa, pero fue interrumpido por el camarero, quien sirvió su plato de sushi y Hina no se cortó en pedirle varios bocados de ese plato. El peliblanco no se terminó su plato, y se dispuso a acabarlo. Tardó unos cinco minutos cuando retomó la conversación, así pidiéndole que continuara con su plan.

Ignoró la estúpida pregunta de su hermano. Observó cómo su gato se posaba su gato enfrente suya pidiéndole un poco de sushi, Ginzuo le miró con cara de pocos amigos, pero aún así seguidamente cogió con los palillos un trozo de sushi y se lo dio en la boca para que se lo comiese, al fin y al cabo le caía bien aquel gato, incluso más que su hermanó, al terminar de comer agarró una servilleta para limpiarse la boca y se giró hacia su hermano para continuar con la explicación.

- Bien, esto es lo que haremos - Bajo el tono de voz a casi un murmullo para que sólo ellos dos se enterasen de lo que decía - Nuestra tapadera para infiltrarnos será una misión de llevar plantas medicinales hasta el herbolario de la aldea de la arena, tu me llevarás en una botella de agua, cuando entres al herbolario deberás derramarme en el suelo y yo empezaré con la misión, averiguando cosas sobre su población, misiones ninja... etc. Tú podrás hacer un henge no jutsu para camuflarte como un ninja de la arena y usar a tu gato para conseguir más información y si te pillan, me llamas. - Saca unos walkies de su bolsa ninja y le entrega uno a su hermano, también saca unos permisos para poder llegar a la aldea de la arena y una bolsa con plantas medicinales.

- Aquí esta todo, debemos empezar lo antes posible, paga la cuenta y ¡En marcha! - Ginzuo dejó el dinero de su comida sobre la mesa y se levantó, esperando a que su hermano hiciera lo mismo.

Hina, agradecida por el sushi, lo devoró rápidamente, como hizo con su pescado anteriormente. El peliblanco pagó su comida y el pescado de la gato mientras su hermano acababa su plato de sushi. Le dio propina al camarero, pues hoy no había sido un día malo... ni bueno. Su hermano retomó la charla explicando los planes a seguir a ambos, a la gata y a él, aunque a Hina realmente le importaba poco y, a la mitad de aquella estrategia, se despidió con la pata de Yagara y desapareció dejando a cambio una pequeña estela de humo. El chico sonrió ante tal acto mientras escuchaba a Ginzuo, quien le entregaba ahora un sistema de comunicación a distancia, abreviado: walkie, un permiso de entrada a la Aldea Oculta de la Arena y una bolsa de hierba. El peliblanco reflexionó acerca de ese plan, pues habían algunas lagunas pero... se las comentaría por el camino, le apetecía salir de ese restaurante. Su hermano se levantó y el peliblanco se dispuso a hacer lo mismo y, acto seguido, se marchó de aquel restaurante mientras se despedía con la mano, de espaldas.

Por cierto... hermano... ¿una entrega de una bolsa con plantas medicinales? Creo que necesitaremos algo más que eso para que sea convincente.- dijo el peliblanco cuando cruzaba la puerta y se introducía por las calles de la niebla.