La primera misión

El reciente Genin había sido llamado por Tsuchikage-dono a su despacho con una ave mensajera que sobrevolaba la Villa Oculta de la Roca. En sus manos se encontraba la llamada cuando recorría las calles de la ciudad para entretenerse durante esa mañana. Que querrá Tsuchikage-dono... quizás me de un premio por mi ascenso.- pensó el chico, con sus pensamientos fantasiosos e inmaduros. Elevó la mirada hasta hallar el despacho de Tsuchikage-dono y sus pasos se dirigieron hacia aquel lugar, con un ritmo tranquilo y lento, sin prisa alguna. En las calles de la villa no había ni un niño jugando con la pelota, ni un señor viejo sentado para disfrutar del paisaje. Aquel ambiente era aburrido y, debido a ello, aceleró el ritmo de sus pasos para llegar cuanto antes con la reunión.

Una vez en las puertas del edificio, dos ninjas observaron aquel crío con rareza. Un crío... pensaron seguramente, o eso dedujo el chico. Shen Lee enseñó su autorización, más bien dicho la orden. Le dieron paso y un reciente guardia acompañó al joven Genin al despacho de Tsuchikage. Todas aquellas paredes resultaban iguales, parecía un laberinto. El guardia se detuvo y el crío también al observar al guardia. Observó la puerta, la cual fue abierta por aquel shinobi y Shen Lee, despreocupadamente, entró en su interior. Una vez allí dentro, no había ningún asiento y el crío saludó a Tsuchikage con la mano, irrespetuosamente, añadiendo un saludo verbal.- Buenos días, Tsuchikage. ¿Cómo va todo?

Era bastante temprano y Neliel habia decidido ir a dar una vuelta por las calles de la aldea, en esos momentos vestía con un pantalón bastante corto de color negro y un bikini que le cubría el pecho de color marrón. Ella caminaba bastante tranquila, observando todo lo que había a su alrededor hasta que de repente un pájaro se alzó justo delante de ella, este poseía un mensaje en la pata izquieda en la cual se le pedía que se dirigera hacia el despacho del Tsuchikage.

Neliel después de ver aquel mensaje se encaminó hacia aquel gran edificio que se hacía destacar en toda la aldea, tenia un paso bastante ligero aunque se iba parando cada dos por tres observando algunas tiendas y cualquier otra tontería con la que distraerse. Cuando llegó a la entrada del edificio, la dejaron pasar a la vez que la dirigian hacia el despacho en el cual, parecía que ya había otra persona, alguien que ella no conocía.

- Buenos diaaaaaaaaaaaaaaaaas - Dijo en un tono alegre mientras se llevaba las manos a la cabeza, mientras esperaba alguna información u otra cosa interesante que hacer.

El tsuchikage vio cómo el niño entraba en el despacho y sonrió. Parecía que estaba leyendo alguna clase de informe sobre algún tema interesante que a los gennin no les importaba, así que, rápidamente, abrió un cajón y guardó allí el taco de folios, cerrándolo después con llave. Volvió a mirar a Shen y entonces lo saludó:

—Hola, Shen Lee. Bienvenido. Tendremos que esperar un poco a que… —pero, en ese momento, llegó la kunoichi, vistiendo una ropa un tanto llamativa que el venerable ninja no pudo evitar observar. Durante unos segundos, se quedó contemplándola, al mismo tiempo que ella mantenía las manos en la cabeza, destacando sus senos. El hombre pareció enrojecer, pero, por fin, carraspeó la garganta y volvió a ponerse serio—. Vaya ropa que llevan las jovencitas de hoy en día… —comentó, tomando luego un papel que había a un lado—. Bien, os he hecho llamar porque tengo una misión para vosotros. Creo que sois los ninjas adecuados para realizarla, así que, no me andaré con rodeos. Debéis ir a la academia y actuar como profesores para que los alumnos puedan ver con sus propios ojos lo que se puede llegar a ser con esfuerzo y constancia en un futuro —explicó, dando una gran solemnidad a sus palabras. Luego, les pasó el folio, en el que se especificaba el horario y el aula, y les deseó suerte. Cuando se hubieran ido, el tsuchikage dejaría al fin escapar el hilillo de sangre que había estado reteniendo dentro de sus fosas nasales…

El Tsuchikage detuvo su faena para atender a Shen Lee y... a la bienvenida, una kunoichi con vestimenta llamativa, inadecuada para cualquier kunoichi. Pareces una fresca, jijiji... - comentó el pequeño mientras se llevaba las manos ocultas por la túnica a la boca para disimular la risa mientras observaba de arriba a abajo a la kunoichi. Segundos después, se giró hacia Tsuchikage, quien tomó la iniciativa para explicar el motivo de aquella reunión. No era ni más ni menos que volver a la academia, pero esta vez haciendo de profesor. Al pequeño no le parecía divertido y le replicó a Tsuchikage. ¡Queeeeeee! ¿Otra vez de vuelta a la Academia Ninja? Si hace poco que me gradué. Quería una misión con acción.- alzó los brazos en signo de vagancia y protesta y finalizó cruzando los brazos al mismo tiempo que maldecía a aquel señor. Observó el folio que dejó aquel hombre encima de la mesa. El pequeño se acercó, dio un bote y agarró el folio, el cual observó medio arrugado entre sus manos mientras observaba aquellos horarios similares a las recientes clases partícipes por Shen Lee. Esperó a que la kunoichi saliera primera o a que Tsuchikage les diera una misión con mayor peligro y acción.

Neliel había llegado la última al despacho, cosa que no le importó mucho así que esperó a que uno de las dos personas que se encontraban allí decidiera comenzar con la conversación y así, el Tsuchikage persona que conocía desde hace bastante tiempo por aquel puesto tan importante que poseía tomó el inicio de la conversación, este dijo varias cosas sin importancias así como el nombre del que sería su acompañante y algo sobre su ropa así que no prestó mucha atención, simplemente se quedó callada, esperando a que el Tsuchikage terminara de hablar.

Cuando terminó y explico la misión, Neliel se acercó bastante a el otro shinobi que se encontraba allí, se inclinó acercándose bastante a su cara mientras se quedaba observándolo fijamente a la vez que susurraba: Re-na-cua-jo - Esta palabra la separó en sílabas, pronunciando una detrás de otra, al terminar se dirigió hacia su la mesa del Tsuchikage, cogió los informes de la misión mientras se salía del despacho, despidiéndose con el mismo tono con el que entró: Hasta otraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.