[Misión Rango D] Los gatos no se llevan bien con los perros.

Saya, después de haber salido de aquel despacho del Hokage, se dirigió a la casa de la señorita, dueña de los gatos a los que debía cuidar. No podía creerse que tuviese que pedir ayuda a los demás ninjas para que éstos cuidaran de unos felinos un tanto…felinos. A Saya no le agradaba del todo ese tipo de animales pero no podía hacer nada, era una misión y debía cumplirla. Seguía caminando por las calles, observando a más personas que paseaban por la zona con despreocupación. De vez en cuando venía un olor a comida, débil, pero era un olor que los de su clan podían percibir con facilidad. Su amigo Kuroi estaba andando a su lado, algo molesto por el hecho de tener que cuidar de unos gatos, era normal. Saya miraba a los lados, de vez en cuando mirando la dirección de la casa a la que debían llegar. Entre las zonas del mercado de la aldea, había una casa que cumplía las características de la dirección asignada. La morena sonrió con energía y caminó de forma más rápida hasta ella, quedándose finalmente frente a la puerta, la cual tenía un llamador. Posó sus manos en él y lo agitó para llamar a aquella casa que para ella era desconocida. En un movimiento de mano leve, hizo una señal al perro para que se sentara a su lado sin que hiciera nada.

La anciana se encontraba en su casa, la cual era bastante grande y estaba compuesta por dos pisos y tenía un aspecto bastante lujoso, en esa casa tan grande solo vivía ella y una pequeña jauria de gatos haciéndole compañía la cual se hacía bastante molesta para limpiarla ella sola y más si encima tenia que estar pendiente de aquellos 4 gatos que no se solían separar de ella ni un solo instante.

Cuando llamaron a la puerta, la cara de la anciana se llenó de felicidad, suponía que debería ser el encargado de ayudarla a cuidar de aquellos gatos mientras ella se encargaba de terminar las labores de la casa así que avanzó de manera apresurada, como si fuera una jovencita que iba en busca de un caramelo hacia la puerta, dándole un ligero tirón en la espalda que le hizo llevarse una mano a ella y empezar de nuevo a caminar, pero esta vez con un paso bastante lento, ella ya no estaba preparada para esos trotes o eso murmuraba en lo que llegaba la puerta y abría.

Al abrir, saludó a la joven y la invitó a pasar, procedería a entregarle los gatos y darle algo de conversación para después volver a sus tareas del hogar.

- Buenas tardes jovencita, me alegra que hayais tardado tan poco en llegar - Dijo mientras sonreía aunque prosiguió hablando - Como ves, esta casa es demasiado grande y encima mis hermosos gatitos no paran de estar de un lado a otro complicándome demasiado mis tareas así que me gustaría que los buscaras y los sacaras fuera a dar una vuelta, posiblemente esten en la planta alta.. - Concluyó mirándola fijamente a los ojos pero no antes de añadir - Ten cuidado con ellos, no me gustaría que les pasara nada malo y mucho menos que rompierais algo en la casa...

No tardaron mucho en responderle a la llamada y abrir la puerta de la casa, tras ella se encontraba una mujer anciana, que al parecer le había costado llegar a la entrada de su propia casa. Se quedó sorprendida, mirando el interior de la casa y a la vez el exterior, pero ahora que veía al cliente entendía perfectamente el por qué habían contratado a alguien para cuidar de unos simples gatos. La mujer estaba rodeada de ellos y es por eso que, su querido compañero canino, se dignó a colocarse a su espalda evitando mirar a los gatos y el olor que los rodeaba a ellos y a la anciana. –Para eso estamos, señora. No se preocupe por sus gatos, estarán en buenas manos. Usted vaya a hacer lo que tenga que hacer.-Después de las palabras de la morena, entró en la casa y tanto ella como Kuroi empezaron a olfatear para poder detectar dónde se encontraban aquellos felinos que debían buscar. Finalmente pudo saber dónde se encontraban, era cierto lo que le decía la anciana, se encontraban en el piso de arriba. Ambos se dirigieron a dicho lugar, para terminar la misión lo antes posible.

La anciana agradeció la rápida intervención de la jovencita, aunque miraba extrañada al perro que avanzó junto a ella, corriendo por los pasillos de aquella gran casa mientras suspiraba y rezaba para que no rompieran nada. Los gatos estaban dispersados por toda la planta superior, uno de ellos se encontraba en el baño, otro en la habitación de la anciana el cual estaba sobre un mueble rodeado de jarrones, el siguiente estaba en el balcón sintiendo la cálida brisa que se sentía por toda la aldea y el último, esperaba tumbado en las escaleras el cual corrió a gran velocidad al ver como subía aquella joven con su acompañante canino por las escaleras.

En el intento de huida del gato, se estampó contra un mueble, dejándo caer algunas figuras de porcelana, las cuales si llegaban a tocar el suelo se romperían.

Saya estaba subiendo las escaleras con algo de prisa, junto a Kuroi, cuando de repente ambos se encontraron con uno de los gatos que buscaban tirado en las escaleras. Se fueron acercando con tranquilidad y mucho sigilo hacia él, pero el propio olor de otras personas y la de un perro hizo que éste felino saliera corriendo chocando con un mueble, provocando así que se cayeran unas figuras de porcelana al suelo. La morena reaccionó y corriendo a gran velocidad, cayó justo debajo de las figuras, algunas cayendo en su cuerpo y otras atrapándolas con las manos. –Uff…por poco…-Miró a Kuroi y éste salió corriendo detrás del gato, atrapándolo con una pata sobre éste, sin dejarlo escapar. Saya se levantó y colocó las figuras en su sitio.-Tendremos que tener más cuidado de lo que pensaba…-Decía mientras se acercaba al gato y lo cogía para luego entrar en el baño.

La kunoichi había conseguido atrapar a uno de los gatos gracias a la ayuda de su perro, pero este no quería quedarse quieto, así que empezó a aruñar a la kunoichi intentando realizarle varios cortes para escapar pero fueron en vano. Poco después se dispuso a entrar en el baño ya que era otra localización en la que se encontraba otro de aquellos felinos, este por el contrario era bastante manso así que se quedo quieto observando como la puerta se iba abriendo lentamente.

Pudo observar como el gato que habían atrapado se resignaba a ser capturado y es por eso que intentaba escapar con arañazos. La chica solo solo miró suspirando sin remendio, para más tarde entrar en aquel baño donde nuevamente se encontró con otro gato, éste parecía un tanto más tranquilo o por lo menos eso es lo que parecía. Con el gato debajo del brazo, se acercó a él con total tranquilidad, mientras le hizo una señal a Kuroi para que éste saliera del baño y buscase a los demás gatos que faltaban a través de su rastro. Acarició al gato, parecía lo contrario al primero y eso le agradó, no tardó mucho en cogerlo de buena manera pero…¿cuántos faltaban?

El primer gato se había resignado a seguir intentando escapar, ya lo había intentado todo y no había podido así que se quedo quieto, esperando a donde lo llevaría aquella desconocida, por otro lado, el gato que se encontraba en el baño no se movió, parecia estar bastante cansado y estaba algo dormido. Finalmente, aun solo quedaban dos gatos, los cuales se reunieron al verse amenazados por aquel perro que había entrado en su hogar, así que entre los dos se abalanzaron contra el, dispuestos a atacarle con todo lo que tenian así que sin parar de arañarle esperaron la respuesta de este.

Alcanzó a aquel nuevo gato que se hacía presente ante ella, era muy sumiso por lo que se hizo con él sin problemas algunos, e incluso le cayó bien a la chica, ya que se dejaba acariciar sin que intentara arañarte. Nada más salir del baño pudo escuchar ruido en una de las salas, acercándose a ella podía observar a Kuroi en el suelo con los dos gatos que quedaban encima de él arañándole. Saya soltó una risa, su amigo canino no era muy amigable con ese tipo de gatos. El perro se levantó furioso y con ambas patas delanteras, atrapó a los gatos sujetándoles por la cola, mientras los miraba gruñéndoles con furia. Saya se acercó y se agachó, cogiendo a uno de los gatos. Kuroi atrapó al que quedaba con la boca y ambos bajaron por las escaleras con sumo cuidado.

La Kunoichi había conseguido atrapar a todos los gatos que se encontraban en la planta superior, ahora su tarea consistía en sacarlos fuera de la casa, distrayéndolos lo suficiente como para que la anciana pudiera terminar sus labores. Los gatos, estaban bastante enfadados incluso aquel que parecía manso se había vuelto como los demás, no paraban de aruñar en todas direcciones incluso a veces causando cortes sobre si mismos ya que no podian soportar el olor que desprendian aquella kunoichi y su mascota.

[OFF] Realiza un post de tamaño normalito, distrayendo los gatos y vuelve a la casa, la misión finalizará en ese momento [/OFF]

Saya ahora se veía en un pequeño aprieto, los gatos se estaban rebelando contra ella y Kuroi, algo que le hizo pensar en algún plan para distraerlos mientras los sacaba de la casa. Pensativa mirando el desorden y alboroto que provocaban los felinos, sonrió de repente ante una idea agradable y puede que fuese buena. Dejando a los gatos en el suelo junto a los demás hizo un pequeño jutsu, donde, después de haber visto un ratón en una de las esquinas de la casa, dos réplicas exactas aparecieron ante los gatos. Estos “ratones” ilusorios, salieron corriendo hacia la puerta de la calle y los gatos lo siguieron algo más tranquilos. Saya en ese momento los siguió con Kuroi, en uno de los momentos le habló al perro.-Ve a buscar bolas de lana, ovillos o lo que sea Kuroi, los necesitaremos para distraerlos un rato.-Después de eso el perro se separó y la morena siguió a los gatos.

Éstos seguían en busca de aquellos ratones, pero las ilusiones los llevaron a una parte de la aldea, un pequeño campo espacioso con árboles y sombras. Sería el lugar adecuado para estar un rato con los gatos y tranquilizarlos. Hizo que los ratones desaparecieran, ella se sentó y sacando un cascabel intentó llamar la atención de los felinos. Kuroi apareció con una bolsa en la boca, dentro de ella había un par de latas de comida de gato y ovillos de lana. Saya sonrió y sacando de nuevo uno de los ovillos los colocó enfrente de ella, los gatos más animados se acercaron y empezaron a jugar con aquel objeto, uno de ellos simplemente se echó a dormir cerca de todos.

Al rato de estar allí la morena abrió las latas de comida y las dejó en el suelo, donde comenzarían a comer los gatos sin problemas, mientras, Kuroi estaba sentado lejos de ellos vigilándolos a su vez. Unos minutos más tarde todos los gatos se encontraban dormidos en piña tranquilamente, Saya no podía creerse que fuesen tan calmados durmiendo. Mirando la hora se dio cuenta que a la mujer ya le habría sobrado el tiempo para terminar sus labores, es por eso que colocó algunos gatos en su regazo y a otros en el lomo de Kuroi, para regresar a la casa. Llegaron en poco tiempo y entrando en la casa buscó a la anciana.