Infiltración y robo.

Por fin Ginzuo llegó hasta el final de aquella vía subterránea y maloliente. Había un agujero arriba que emanaba una luz reflejándose esta en la amalgama de mugre que recorría aquellas cañerías, esta se perdía entre unos barrotes por dónde era mejor no cruzar si no querías salir manchado de mierda. Subió las escalerillas y asomó la cabeza por la alcantarilla, divisando las calles y un árbol que tapaba su visión por la derecha, salió entero por esta alcantarilla, procurando que nadie le viera y se derritió rápidamente para no dar sospecha, ya estaba arriba.

Cuando se asomó por el árbol, descubrió que aquello era el edificio del Kazekage.. Un lugar perfecto de dónde sacar información, ahora sólo quedaba tramar cómo podría entrar él allí. Miró hacia alrededor, encontró una cañería que cruzaba la calle hasta llegar a la pared cercana la entrada del edificio, el cual estaba custodiado por dos fuertes guardianes, transformado en agua, Ginzuo se deslizó por la cañería hasta entrar en la red de tuberías de aquel edificio, eran un poco estrechas e incómodas, pero servían. Bien, ya estoy dentro, ahora tengo que ver cómo llegar hasta los documentos. - Asomándose por los conductos de ventilación, entreveía las salas de aquel inmenso edificio.

Tras un buen rato de observación, Ginzuo, consiguió llegar por fin a la sala de los documentos, que afortunadamente sólo estaba custodiada por un sólo ninja, le observó desde una rendija de ventilación desde arriba, y justo cuando pasó por debajo tiró la rendija que le cayó en su calva cabeza, tras la rendija vino el propio Ginzuo, ya materializado, que asestó un golpe seco con la empuñadura de su katana en la nuca del shinobi, que cayó al suelo inconsciente. Le agarró para que no hiciera ruido al caer y lo depositó sobre el suelo, tras esto se dio la vuelta hacia una estantería llena de documentos interno de la aldea. - A ver a ver.. qué tenemos aquí... - Musitaba Ginzuo, con un dedo en sus labios, mientras buscaba los que más le interesaran.

Fukukiri, desde su escondrijo, vio cómo venía alguien con cierta prisa. Al mirarlo de cerca, a la luz del día que entraba por la tapa abierta, vio que se trataba de otro ninja de la aldea de la niebla. ¿Otro? ¿Qué estaba haciendo allí? Y más en las alcantarillas. Aquello le olía realmente mal y no le gustaba en absoluto. Abandonó su forma de rata y, sin dar opción a que se diera cuenta de lo que sucedía, saltó a toda velocidad por detrás de él, asestándole un golpe en la nuca. Cuál fue su sorpresa cuando, al impactarle, el individuo quedó deshecho en agua.

—¿qué? ¿Un clon? —exclamó sorprendido, siendo la primera vez que veía aquella técnica. Entonces, recordó lo ocurrido al pisar la tapa del alcantarillado y ya no tuvo dudas: ¡había un infiltrado en la aldea!—. (¡Cabrones…! ¡Tengo que ir a dar la alarma!) —pensó, tratando de recordar lo que tanto habían estudiado en la academia para casos de emergencia, sus estructuras y vías de escape, para así saber en qué dirección estaba el edificio del kazekage.

Fukukiri partió de inmediato a toda la velocidad que era capaz de desarrollar, viajando a través de las cloacas. Ya ni el hedor podía detenerle, era como un pájaro bajo tierra en vuelo. Conocer aquel entramado de túneles y galeráis le permitía avanzar sin dudar a toda prisa, algo que, seguramente, le daría bastante ventaja antes de que el intruso llegara a su objetivo, fuera cual fuera, de modo que podría dar la alarma antes de que algo ocurriera; o, al menos, eso esperaba, porque también pudiera ser que le llevara mucha ventaja.

Niichu seguía avanzando por las calles a gran velocidad, ella se llegaba a desplazar por los edificos para así evitar con mayor facilidad a las personas que andaban por ahí. La kunoichi no se paró ni un solo instante, seguía desplazandose a gran velocidad hasta que pudo observar aquel enorme edificio situado en la mitad de la aldea. Cuando llegó se abalanzó delante de dos guardias, situándose delante a la vez que apoyaba las manos en el suelo para tener un mejor aterrizaje, a la vez que hacia una reverencia y explicaba la situación. Pidiendo permiso para adentrarse en el edificio, justamente en la sala de informes en la cual se podía notar dos chakras, uno de ellos bastante débil y otro el cual era el mismo que había sentido en el herbolario.

Al terminar de informarles y tener la aprobación de los guardias, Niichu se adentró con dos de ellos, corriendo por las escaleras hasta llegar a la sala en la que se debería encontrar el polizón, justo al lado de la puerta se hallaba un ninja manco tirado en el suelo, el cual era el encargado de cuidar la sala y se encontraba insconciente. Al ver esto unos de los guardias empuñó un kunai y se adentró en la sala. El otro guardia, el cual se había quedado detrás de Niichu por si intentaba algo, se giró corriendo hacia atrás para dar la alarma, la cual, no tardó mucho en sonar dando la localización del shinobi y procediendo a que los jounins encargados de la seguridad de la villa la sellaran, impidiendo la entrada y salida de cualquier material o persona.

La kunoichi se quedó observando a la vez que se preparaba para el combate, sacó unos guantes de cuero los cuales se puso en ambas manos mientras dejaba caer el veneno que anteriormente había formado sobre ellos. Los guantes eran bastante gruesos, lo suficiente para que el veneno se quedara en las capas superiores y no rozara su piel. Era el momento de actuar, así que empezó a correr hacia la ventana, saltando contra ella, rompiendola y llegando hacia el exterior, esta vez se dirigía hacia el otro punto en el que se encontraba el otro usuario de chakra similar.

El calor hacía mella en Ginzuo, quien sacó sus botellas de agua y empezó a beber mientras ojeaba documentos y más documentos, buscando en particular el censo de la aldea, información sobre su poder militar y misiones. Tras unos cuantos minutos ojeando y 2 botellas de agua gastadas, Ginzuo se sentía mejor y había encontrado los documentos que buscaba, los guardó en su mochila y se dio la vuelta, procediendo a salir del lugar. Miró al techo y lanzó un kunai con un shinobi ito atado, que se encajó en el conducto por el que había venido, subió por éste hasta llegar de nuevo a la red de tuberías. Guardó el kunai y el hilo para no dejar pruebas y usó Suika no Jutsu para convertirse en agua de nuevo y salir por dónde había venido.

- Creo que esto es más que información, hahahaha - Reía para sí mientras se movía deslizándose rápidamente por el laberinto de conductos, recordando por dónde había venido. Ahora tendría que ir a buscar a Yagara, supuso que estaría en el herbolario, ya que estaba bastante interesado, y es el único lugar dónde le dejarían entrar con permiso. Gracias a los clones tenía una idea de todo el alcantarillado de aquella aldea, y sabía por dónde podía llegar hasta el herbolario. - Todo marcha como la seda. - Salía de la galería de tuberías hasta el exterior, ya sólo le faltaba cruzar un tramo para llegar al alcantarillado.

Entonces fue, cuando recibió noticias de uno de sus clones - ¡¿Cómo?! Lo han asesinado, hay alguien por las alcantarillas, y sabe mi aspecto... Hum, creo que ya sé lo que puedo hacer. - Ginzuo escapó en forma líquida por los conductos de las calles, perdiéndose entre ellos.

Cuando ya le faltaba poco para llegar, apenas cincuenta metros más a través de aquel húmedo, oscuro y maloliente túnel, Fukukiri se detuvo, cayendo en la cuenta de algo; si había un intruso de la aldea oculta de la niebla, era muy probable que conociera al otro gennin que se había encontrado en el parque. Si no, al menos, encontrarse con él debería servir como una pequeña sorpresa que pudiera aprovechar para tomar la iniciativa. En cualquier caso, esperaba estar en lo correcto, así que realizó un sello con las manos y adoptó la apariencia de aquel shinobi (Yagara) utilizando la técnica de transformación. Por suerte, le había observado lo suficiente, gracias a su desconfiaza, como para imitar prácticamente todos los detalles de su fisionomía y vestimenta. Y, lo que era más importante, le había escuchado hablar, así que podría emular su voz a la perfección. No sabía si se encontraría con aquel intruso a esas alturas, habiendo recorrido ya casi todo el trayecto hasta el edificio del Kazekage, pero si lo hacía, confiaba en poder cogerle con la guardia baja gracias a su disfraz.

De pronto, escuchó revuelo a través de una de las bocas de alcantarillado. Por el sonido que llegaba hasta allí abajo, parecía que alguien había dado ya la alarma. No sabía si era por el mismo motivo que él o no, pero el caso era que la aldea quedaría prácticamente blindada ante cualquier contingencia. Aquello le alivió un poco, pues ya no tenía prisa por llegar hasta el centro de la villa para alertar y podría concentrarse en buscar a ese maldito espía. Cuando lo hiciera, sólo tendría que buscar una manera de detenerlo, cosa que no creía que le resultara difícil. Se quedó allí quieto, pensando por dónde habría podido marcharse, mientras los pasos de los guardias corriendo por la superficie resonaban en las catacumbas.

Derrepente, Ginzuo se dió cuenta de toda la algarabía que se había formado alrededor, habían dado la alarma, y ante esa situación crítica, debían huir lo antes posible. Iría a por Yagara, el cual estaba en el herbolario y para ello debería volver al alcantarillado, con el riesgo de encontrarse con ese ninja que había derrotado a uno de sus clones. No podía andarse con chiquitas, así que si se lo encontraría, le derrotaría sin dudar. Se deslizó por el suelo entre toda la multitud que corría de un lado para otro hasta una boca de alcantarillado alternativa, que se unía a la principal por un conducto estrecho y que a la vez se bifurcaba hacia dos lados, en ese momento, Ginzuo recordó su exploración de todo el alcantarillado y se creó un mapa mental el cual pondría a cabo ahora para llegar hasta su hermano. - Camino izquierdo, herbolario. - El cuerpo de Ginzuo volvió a su estado normal de nuevo, pasando de ser una gelatina a él físicamente, en las alcantarillas todo era más húmedo y se sentía más agusto, mientras corría, sacó un par de botellas de agua que fue bebiendo por el camino.

Sabía que su hermano corría peligro y la situación se estaba yendo de las manos, quién sabe que podría encontrarse a continuación, empuñaba un kunai en la mano por si las moscas.

Fukukiri llegó corriendo por las calles hasta el edificio del Kazekage. Parecía que, efectivamente, la aldea estaba en estado de alerta; no sabía qué había pasado, pero lo averiguaría de un momento a otro. Se acercó a un grupo de ANBU que había en la puerta, recibiendo instrucciones del que parecía su líder y escuchó algo de unos documentos robados. El ninja de la niebla había aparecido cerca de la aquella zona, en las cloacas, así que era bastante plausible que el culpable hubiera sido él. Sin más demora, llamó su atención, saludando, e informó de todo lo que había ocurrido al grupo.

—… así que, es muy probable que se muevan por las catacumbas además de la superficie. Siento haber fracasado en mi intento por detenerlo —concluyó, lamentando lo que él pensaba que había sido una huida cobarde de su enemigo. Luego, hizo unos sellos y adoptó primero la apariencia de Yagara, para luego tomar la de Ginzuo, y de nuevo volver a su aspecto normal—. Éste último fue el que me encontré en las alcantarillas. Que yo sepa, están comunicados por radio y sabe utilizar técnicas de clonación mediante agua —relató, poniendo a los ANBU al corriente de todo.

—Buen trabajo, chico. Nosotros nos encargaremos de todo; esto es un problema de seguridad de la aldea y, como tal, no es incumbencia de un gennin. Aún así, gracias por la información, nos será útil —replicó el líder del escuadrón, antes de que él y sus hombres partieran en busca de aquellos dos intrusos, proporcionando seguramente por el camino la información entregada por Fukukiri a sus demás colegas.

El gennin se quedó mirando cómo partían y luego dirigió su vista hacia el edificio del Kazekage, preguntándose qué demonios habría robado aquel tipejo. Así, se percató de que había una ventana rota, así que, probablemente, habría habido alguna confrontación allí también. Lo raro es que se hubiera escapado, teniendo en cuenta que siempre había, al menos, un escuadrón ANBU vigilando la zona. Bajó la cabeza y pensó que debería haber continuado buscando a ese capullo, pero, finalmente, se metió las manos en los bolsillos y se dirigió de vuelta a su casa, dejándolo todo en manos de las autoridades de la villa. Estaba cansado y necesitaba tomarse un respiro, así que, aquella noche, disfrutaría todo lo posible de la cena y de un sueño reparador…