[D] Casería.

Y tomando aquel proyectil en sus manos miro al dueño del tigre y asintiendo su rostro, emprendió la partida, rápidamente bajando las escaleras y encomendándose a lo que iba a ser una búsqueda de un animal el cual no le había hecho nada a él, pero si a personas inocentes podría hacer más que cualquier cosa, rápidamente bajo las escaleras como si de toda la vida se hubiera dedicado a estas, sus pasos rápidos y deslizando la mano por la baranda fue a toda velocidad partió a toda velocidad inmediatamente salió de la puerta, corriendo, saltos mientras su mente calculaba el lugar por donde estaba el tigre. Tendré que ir al zoológico primero. Comento mientras rápidamente corría a todo dar hacia aquel lugar que albergaba animales al noroeste de Konoha.

Duro algunos 10 minutos en llegar al lugar, demasiado tiempo si quería salvar alguna vida de aquel tigre de bengala que estaba suelto en aquel lugar, en todo el lugar, en toda la aldea, en un inmenso país que no era para nada pequeño, rápidamente fue a la Jaula de donde se decía que provenía el dichoso animal, poniéndose desde el punto de salida de donde tuvo que haber salido, ósea, la puerta de la jaula, miro rápidamente un lugar, una seña, algún pequeño destrozo que pudo haber dejado el animal a su huida. Bingo. Sostuvieron sus labios mientras miraba hacia unos pequeños lares que estaban algo chamuscados con arañazos, en señal de que el animal quería encontrar una salida para su vuelta implacable. Comenzaré por aquí. Y rápidamente corriendo por aquel lugar, se adentro a un gigantesco arrabal de muchísimos callejones, una zona un poco marginada de Konohagakure no Sato, donde venían las personas a hacer sus maldades o sinceramente a esconderse. Duraré años, ¿No habrá alguna pista? – Y caminando por el pasillo principal comenzó a mirar por los lares.

Aquel era un barrio bastante sucio, de gentes pobres y, sobre todo, infestado de criminales y personas de mal vivir. No obstante, la presencia de un tigre en aquella zona sería un hecho notable y, nada más doblar la esquina, pudo ver un excremento de un tamaño demasiado grande como para ser de un perro o una persona, por lo que parecía que iba por el buen camino. Al poco, escuchó unos gritos procedentes de un par de manzanas más allá y, al mirar hacia el cruce, podría ver gente corriendo en dirección contraria a la procedencia del chillido, huyendo despavorida de algo. No obstante, si alzaba la vista, podría ver una columna de humo elevándose poco a poco, así que debía haberse producido un incendio, ya fuera accidental o no.

A medida que avanzaba, pudo detectar las huellas dejadas por unas zarpas de gran tamaño, como las que podría tener un felino de esas características, así que, seguramente, si las siguiera, éstas le conducirían hasta el animal en fuga. No obstante, se adentraban dentro de una casa cuyo interior parecía estar bastante revuelto y, en la cocina, estaban dos personas, una de ellas un niño que había resultado herido por un mordisco de un fiero animal. La madre intentaba curar los desgarros, a la vez que lo consolaba. Si les pedía información, éstos le dirían que el tigre había subido a la planta superior, pero si ascendía para intentar encontrarlo, se encontraría con que no había nada, salvo unas cortinas raídas recientemente delante de una ventana abierta…

Su instinto lo llevo a la dirección opuesta de donde las personas corrían mientras miraba como se alzaba una pequeña pantalla de humo, para correr y apresurarse a toda velocidad hacia el lugar de donde venia, rápidamente y con el éxtasis estremeciendo su piel, comenzó por su periplo, obviando las personas, apartándose de ellas para evitar choques con ella y mirando hacia la pequeña columna de humo que se levantaba, el chico miraba, veía, analizaba lo que podía estar pasado, totalmente con sus ojos color zafiro, fijados en ella y su ceño totalmente fruncido en señal de que las cosas se comenzaban a poner serias y que rápidamente necesitaba actuar para no perder la señal del tigre, rápidamente corrió hacia una esquina y salto para nada más ver una pequeña ventana rasgada por las increíbles garras del tigre. En un punto muerto de nuevo. Bufo para sus adentros mientras movía los labios y no salía ninguna voz de él, rápidamente se puso al filo de lo que era un techo de una casa y su fino oído le pudo dar con un pequeño niño que lloraba, rápidamente bajo y buscando el origen de la voz se percató de que la voz venia de la casa de al frente.

- ¿Qué pasa? – Y rápidamente sin darse cuenta y solo dejándose llevar por el momento, fue ayudar a la madre a socorrer a su niño, tomo un pequeño rollo de vendas que llevaba en su pequeño pack al lado derecho de su cadera y lo aplico rápidamente a la herida para tapar el flujo de sangre hacia fuera.

- Fue un animal, grande, de grandes fauces, un tigre de enorme tamaño. Hablaba rápidamente la madre con el desespero de la misma encima, al ver que atacaban a su hijo y que este corría un grave peligro.
- Entiendo, Entiendo – Decía mientras decía al chico encima de un sofá de tela que había en la sala del lugar y se giraba hacia la señora, sosteniéndola de los hombros y mirándola a los ojos – Tenga calma, tome aliento y explíqueme, que fue lo que paso.

—¡Vino… vino rápido… por la puerta…! ¡Fue a la cocina… intentó comerse la comida…! ¡Y Kenichi… saltó sobre él y…! —contó, de manera un tanto incoherente e inconexa, debido al estado de nervios en el que se hallaba—. ¡Se fue arriba…! —añadió, señalando las escaleras, que le conducirían hasta la ventana con las cortinas desgarradas.

Al parecer, el animal había saltado de nuevo a la calle desde allí, dirigiéndose hacia la zona comercial de la aldea, donde, si nadie lo evitaba, sembraría el pánico y, probablemente, alguien resultaría herido. En esos instantes, las calles estaban abarrotadas de gente y, con tanto tumulto, era probable que se formaran embotellamientos y muriera alguna persona, ya fuera devorada por el felino o aplastada bajo sus conciudadanos.

- Entiendo, Muchas gracias, su Hijo estará bien. Comento mientras subiendo por las mismas en forma de espiral y tomando como punto principal de camino, rápidamente, sin pesares y sin ponerse a pensar pudo determinar con sus ojos que el tigre había saltado algunas cuadras para aparecerse en la zona principal, la naturaleza, por instinto era algo perfecta, iba donde más necesitaba comida, donde hacerse, donde hacer su oficio de animal salvaje, algo que no estaba mal, solamente no estaba correcto en ese lugar, lleno de humanos y donde el tigre no iba a sentirse cómodo, sus saltos fueron continuos, sin ninguna señal de detenerse, yendo de aquí, para allá, derecho, todo el tiempo hasta llegar a la zona principal del lugar. Debo de buscar al tigre, deberé de poner algunas trampas para ver si cae en ellas – Su voz sonó firme y zánjate sobre lo que se autoproponía.

- Desde aquí podré verlo bien. Y al filo de una gran edificio, tenia totalmente la vista panorámica sobre el lugar, no sin antes, durante su periplo hacia este, coloco algunos hilos en algunos lugares pequeños por donde solo un tigre iba a poder aparecer, de eso no servir, ya estaban sus dos clones y él mismo para hacerse cargo del mismo. Aparece, Aparece. Suspiro mientras poniéndose de cuclillas, miro fijamente hacia el lugar.

La fiera acechaba desde uno de los callejones. Su respiración se mantenía lenta, estando agazapado, observando todas aquellas presas, deliciosas y nutritivas, con los bigotes erizados por la excitación. Su boca babeaba, teniendo que pasar la lengua de vez en cuando para limpiar su morro y sus ojos seguían con ansia devoradora a todas las personas que pasaban frente a él. De pronto, vio una suculenta comida; un hombre bastante entrado en carnes, por decirlo de alguna forma, que caminaba alegremente, agitándosele el pandero a cada paso que daba. Sí, aquel humano sería un buen almuerzo, repleto de energía para que él la consumiera.

Se incorporó y fue agazapado hacia la salida del callejón, en el más absoluto sigilo. Ya estaba a pocos metros y tan sólo tendría que saltar sobre él y asestarle un golpe demoledor con sus garras para tenerlo a su merced. Sus ojos brillaban con el instinto asesino que sólo un depredador tenía, fijos en la figura de aquel hombre. Era el momento; saltó a toda velocidad hacia él, pero, de pronto, se vio frenado en seco por algo que le impidió avanzar, enredándose alrededor y haciéndole caer al suelo con estrépito. Al darse cuenta, todos salieron corriendo despavoridos, huyendo de la bestia, mientras que el tigre intentaba liberarse haciendo movimientos bruscos y agresivos, con éxito moderado, ya que sus zarpas cortaban poco a poco los hilos que Izaraki había colocado.

Y con sus ojos de halcón pudo ver que las personas se alejaban de un lado, despavoridas, aterradas y al son de una corrida de mamuts mientras se alejaban todos de una zona especifica, el chico pudo dar con el paradero de la bestia y flexionando sus pies e impulsándose hacia el lugar, pego un enorme salto que en cámara lenta miraba hacia abajo, podía tener un panorama perfecto de lo que era la aldea donde el chico habita, habitaba y habitará. Te tengo. Comento zanjarte mientras miraba ya la forma de la enorme bestia, debía de pesar como unos 60kg o más, blanco y con los gigantescos colmillos se le veían mientras el chico caía al lado de la bestia, que moviéndose y retorciéndose como podía, trataba de eliminar las cuerdas que el chico le había puesto para ella. Realmente eres grande. Y poniéndose al lado del, acto que miraron varias personas desde la lejanía, el valor de estar al lado de este gigantesco animal, el cual se notaba a pura lógica que el mismo animal podría con el chico de una sola mordida.

Saco el dardo y quitándole el tapón, se puso de cuclillas, sin perder tiempo y fue directamente a su cuello a clavar el pequeño dardo. Ahora te toca dormir pequeño. Le comento mientras suavemente dejo clavar la pequeña agujita que transmitiría el somnífero al gigantesco animal, tal vez, haciéndole que ya duerma y el drama del día, por fin, terminase y misión eficaz y cumplida para el chico de ojos azules.