Encuentro en el subsuelo

Avanzaba por las catacumbas, húmedas y algo frías, aparte de malolientes, cuando, de pronto, escuchó unos pasos procedentes de alguna galería secundaria. Se quedó parado, localizando con el sentido del oído la procedencia de aquel ruido y, más o menos, estrechó el cerco sobre un par de túneles adyacentes al que se encontraba. Se encaró hacia ese lado y pensó qué hacer mientras aquella persona se acercaba cada vez más; si fuera el ninja de la niebla, debería resultar convincente en su actuación, así que, al haberse dado la alarma en la aldea, creyó que lo más conveniente era mostrar una apariencia nerviosa. Entonces, vio aparecer al que andaba buscando doblando la esquina, con un kunai en la mano. No debía bajar la guardia en ningún momento, por si acaso su treta no surtía el efecto que había pensado, así que, tenía que estar preparado para cualquier ataque eventual.

—¡Ah! ¡Aquí estás! ¡Qué suerte habernos encontrado! —dijo nada más verlo, llamando su atención a la vez que se acercaba con aire nervioso, haciendo aspavientos, de forma que parecía un pelín asustado—. ¡Por poco me arrancan la cabeza! Estos ninjas de la arena no tienen consideración; yo, mirando las hierbas medicinales, ¡y de pronto me pasa un shuriken a escasos centímetros del cuello! ¡Tenemos que salir de aquí, pero ya! —insistió, tratando de que su historia pareciera más o menos convincente, aunque no tenía excesiva confianza en que su argucia ffuncionara. Después de eso, se quedó espverando a ver cómo reaccionaba, atento por si trataba de atacarle sin mediar palabra.

Mientras corría por el alcantarillado, se encontró con Yagara ¿Qué demonios estaba haciendo ahí? Dijo que le habían atacado... Entonces Ginzuo recordó que un ninja había atacado a su clon en esas mismas alcantarillas - ¿Y si es él? - Pensó, mientras se rascaba la barbilla, por si acaso dio un paso atrás y rápidamente sacó su walkie talkie, mientras decía. - Espera Yagara, voy a llamar a refuerzos - Lo que no sabría "Yagara" esque realmente le estaba llamando a él. - ¿Estás ahí? - Preguntó por el walkie medio susurrando, sin que le escuchara, entonces le respondió su verdadero hermano desde su ubicación, antes de decir nada, guardó el walkie talkie y le dijo al Yagara falso - Bien, ya vienen... ¿Te han herido? Te voy a curar, tranquilo. - Le dijo al impostor, mientras rápidamente daba dos pasos hacia él, y antes de que pudiera ver sus intenciones, con la mano derecha desenfundó su katana rápidamente y le dió un corte diagonal ascendente al impostor.

- ¡Basura de Sunagakure! ¡Nunca podrás engañarme! - Gritó mientras permanecía con su katana en guardia, antes de delucir cuál sería la identidad real de aquel adversario disfrazado.

Al verle, el shinobi de la niebla retrasó un poco su posición, como si le hubiera sorprendido encontrárselo allí. ¿Sabría acaso que no era posible? Tal vez conocía la posición de su compañero, pero continuó con su disfraz. El chico sacó un walkie y dijo que iba a llamar refuerzos. ¿Acaso había más ninjas infiltrados en la aldea? No, no era posible; podrían haberse colaco uno o dos con el pretexto de tener que cumplir alguna misión, pero no suficientes como para pensar que podían llamar refuerzos que les ayudaran en caso de que la aldea entera se pusiera en guardia. ¿Qué era entonces? Una fugaz idea le vino entonces a la mente. ¿Y si trataba de confirmar mediante el aparato que decía ser quien era? Era una posibilidad y no debía descartarla, así que mantuvo la guardia, por si trataba de atacarlo en cualquier momento. Al guardar la radio, dijo que si le habían herido, que se tranquilizara, que él lo curaría. Aquello no hizo más que aumentar sus sospechas, ya que en ningún momento había dicho que le hiriesen.

Como se temía, no había colado, y apenas tuvo una fracción de segundo para reaccionar ante su ataque. Saltó hacia atrás lo más rápido que pudo, cubriéndose con el brazo izquierdo al tiempo que perdía su forma falsa debido a que ya no estaba centrado en mantenerla. El filo de la katana pasó muy cerca, tanto, que de no haber llevado la cartuchera con los kunais en el brazo, probablemente le habría hecho un buen tajo. Sin embargo, todo quedó en un arañazo superficial, con la ropa un poco rasgada, gracias a que este elemento de protección que había improvisado lo detuvo en gran medida. Ya no tenía posibilidades de atacarle a traición, así que sólo quedaba enfrentarse a él de frente, a pesar de que, al conocer técnicas acuáticas, estuviera en ventaja en aquel lugar. Si pudiera sacarlo fuera, le haría pelear en un entorno hostil para él; sí, era una posibilidad bastante aceptable aquella… Lo miró un momento y esbozó una sonrisita burlona, con aires de superioridad total.

—¿Basura de Sunagakure…? Entonces tú debes ser una rata de cloaca —se mofó, aprovechando la situación en la que se encontraban—. Te voy a enseñar cómo hacemos las cosas aquí, forastero; luego no me digas que no te lo avisé…

Fukukiri se subió el pañuelo del cuello hasta embozar su boca y nariz, de forma que ya sólo se le veía la mitad de la cara. Aún así, podía verse la confianza que tenía en sí mismo y sus posibilidades reflejada en sus ojos. Se llevó la mano al brazo y extrajo un kunai, lanzándolo contra su enemigo de forma rápida y expeditiva. No obstante, aquella maniobra sólo era una distracción, ya que su verdadera intención se vio luego, cuando se llevó la mano al bolsillo y dejó caer una bomba de humo al suelo. Al encontrarse en un lugar cerrado, con escasísima ventilación, el humo era más denso y tardaba más en disiparse. Además, lo que escapara a través de las rejillas del alcantarillado, alertaría a sus compañeros de la villa de que allí abajo pasaba algo. Él se había preparado, usando el pañuelo como protección para no tragar excesivo gas, ya que, al haberse empapado anteriormente, cuando destrozó al clon, ahora podría actuar como filtro, tal y como solía hacerse en caso de incendio. Así que, a su rival le quedarían dos opciones: salir de allí y luchar con un ambiente despejado, pero hostil, o allí mismo, aunque tragando gran cantidad de humo que le perjudicaría bastante, aparte de que, entre la pantalla gaseosa y la oscuridad, no se veía apenas.

El shinobi enemigo saltó hacia atrás evadiendo parte de su ataque, cortándole simplemente los ropajes, él saltó hacia atrás, colocándose encima de la salida de las alcantarillas, se tapó la boca y lanzó un kunai, el cual Ginzuo bloqueó con su katana con un suave pero rígido blande de esta en horizontal. Tras esto lanzó una bomba de humo que les cubrió a los dos, la reacción instantánea del shinobi fue saltar hacia atrás, saliendo de la fuente del humo. El humo era espeso y aquel antro estrecho lo hacía parecer más grande si cabe, entonces Ginzuo ideó una estrategia lógica para atacar al oponente oculto por la nube de humo, realizó un sello.

- Mizu Bunshin no Jutsu - Aprovechando el agua residual que circulaba por el canal a su lado, emergieron 3 clones, que treparon hasta subir dónde Ginzuo estaba, desde fuera del radio del humo, les ordenó a dos que se adentraran en éste con las katanas desenfundadas y en posición atacante. Los clones asintieron y desenfundaron sus katanas y corrieron hacia el interior del humo, con éstas blandidas de forma que cualquier cosa que estuviera allí dentro fuera cortada por ellas, debido a la estrechez de dónde se encontraban. - No creo que el tampoco pueda ver, así que será un ataque por sorpresa - Pensó Ginzuo, que se quedó junto a uno de los clones.

Aquel combate retrasaba sus planes, y aquel humo podía alertar de lo que estaba ocurriendo allí, Ginzuo debería acabar rápido para salir de aquella trampa de ratones en la que se había convertido aquella aldea. La mueca de Ginzuo era molesta pero a la vez seria, atento a todo lo que pudiera ocurrir o salir de aquel humo que parecía no agotarse.

Se hallaba a oscuras, envuelto en una masa de humo que no le permitía ver a más de un metro, y eso teniendo en cuenta que sólo conseguía distinguir algunas siluetas y formas poco definidas, nada del otro mundo. No sabía exactamente lo que hacía su rival, pero suponía que él tampoco podría saberlo. En esa situación, lo más aconsejable sería dejar que él diera el primer paso, para poder evaluar la situación y reaccionar en consecuencia. Hizo unos sellos con la mano y ejecutó la técnica de replicación, generando una imagen de sí mismo, tras lo que volvió a realizar un sello y ejecutó la transformación, después de saltar, convirtiéndose en una araña de cierto tamaño. Aún así, no poseía las características fisiológicas que permitían a aquellos insectos adherirse a las superficies, pero si podía suplirlas usando el flujo de chakra para mantener sus ocho patas pegadas al techo de la cloaca.

Desde su posición, aguardó el movimiento de su enemigo y no tardó mucho en descubrirlo. Un par de figuras que no logró distinguir aparecieron cerca de su réplica y la acuchillaron sin mediar palabra, haciendo que se deshiciera. Estaba claro lo que había hecho aquel ninja de la niebla; ya había visto esa técnica con anterioridad, aquellos malditos clones de agua. Como sospechaba, a diferencia de las réplicas normales, éstas podían atacar también, así que las suyas propias no tenían posibilidad ninguna contra ellos. Rápidamente, decidió que era el momento de pasar a la acción:

Fukukiri recuperó su forma original y saltó sobre aquellas figuras, propinándole un golpe a cada una. Habían intentado matarlo, pero habían fallado, lo que seguramente les había desconcertado y no esperarían un ataque desde aquel punto elevado, ya que no había mucho espacio para llevarlo a cabo sin que se hubieran dado cuenta de que había algo extraño, al menos sin minimizar su tamaño, como había hecho. Si les impactaba, que era lo lógico, esperaría a ver si se deshacían como los demás, confirmando así que serían clones; si ambos lo hacían, se daría entonces la vuelta, sacando uno de sus pergaminos de invocación y realizando Kuchiyose: Tobidogu, lanzando así diez shurikens en la dirección de la que habían venido aquellas réplicas. Si uno de ellos fuera el auténtico, simplemente desenvainaría el ninjaken de su cinto y se lo clavaría en el cuello; y si no resultaban impactados por su ataque, se retiraría un poco y se prepararía para defenderse, teniendo en cuenta que cabía la posibilidad de que estuviera rodeado por ambos flancos…

Ambos clones cortaron a lo que parecía ser un clon del ninja, desapareciendo éste, tras esto el ninja enemigo saltó desde quién sabe donde sobre ambos clones, que se destruyeron al instante expulsando aguas residuales por todos lados. Ginzuo se percató de ello y se colocó alerta, empuñando su katana de forma defensiva, a los pocos segundos en los que la nube de humo aún continuaba pero con menor efecto, pudo distinguir entre ellas unas formas pequeñas que se acercaban, el oponente había atacado. - Suika no Jutsu - Y el shinobi se convirtió en agua como cualquier otro clon, impactando estos shurikens contra su copia y al despejarse el humo quedando simplemente un charco de agua.

Ginzuo se quedó inmóvil, aparentando ser un charco de agua normal y corriente, esperando a qué haría su oponente. - Tsk, al final me he tenido que mojar - Pensó Ginzuo, mientras esperaba a ver cómo reaccionaría su adversario hasta esta "desaparación".

Fukukiri estaba seguro de que su ataque daría en el blanco, ya que a su enemigo le sería prácticamente imposible parar todos aquellos shurikens con la katana y aún más esquivarlos, debido a lo angosto del lugar. Pero, para su sorpresa, cuando escuchó el sonido metálico de éstos, no los siguió un alarido de dolor, ni siquiera un pequeño quejido de molestia; simplemente, sonó como si se vertiera una buena cantidad de agua, dejando de ver la figura de aquel ninja a través del humo. ¿Qué había pasado? ¿Era otro clon? Debido a la poca visibilidad, no estaba muy seguro de lo ocurrido, pero estaba claro que no había logrado abatir a su oponente. Se puso en guardia, inquieto, observando su alrededor, pero fue incapaz de percibir ninguna sombra sospechosa o sonido que delatara al shinobi de la niebla. ¿Dónde estaba? No creía que estuviera bajo el agua, ya que el canal no era demasiado profundo y habría escuchado algún chapuzón. ¿Entonces? Habría aprovechado para huir mientras le mantenía ocupado con los clones; era la opción más lógica.

—Cobarde… —maldijo, apretando puños y dientes, con gesto de frustración. Aunque fuera más rápido que él, si le llevaba suficiente ventaja, no podría adivinar por qué lugar se había marchado y, consecuentemente, se le escaparía. Lo más sensato sería salir de allí y alertar al resto de que el enemigo podría estar bajo sus pies—. Ya te pillaré… —murmuró, antes de saltar hasta lo alto de la escalerilla y abrir la rejilla de un golpe, saliendo al exterior.