Misión: Encontrar a la mujer perdida

Después de unos días inactivo, recuperándose de las lesiones sufridas, Fukukiri acudió al despacho del Kazekage con la intención de reincorporarse a la disciplina de la aldea. Aún llevaba el vendaje colocado sobre la herida, pues los médicos le habían aconsejado mantenerlo un tiempo más, hasta que estuviera prácticamente cicatrizada del todo; así la protegería de cualquier riesgo de infección, lo que complicaría bastante las cosas.

Tocó un par de veces a la puerta, pidiendo permiso para entrar. Cuando la voz del venerable shinobi se lo concedió, la corrió, trasponiéndola. El hombre se sorprendió al verle aún con la venda, o tal vez fuera el hecho de que quisiera cumplir una nueva misión sin haberse recuperado del todo. En cualquier caso, el chico se colocó frente a él y se sentó educadamente.

—Estoy listo para la próxima misión, Kazekage-sama —informó, con gesto serio.

—¿Estás seguro? Creo que aún no te has repuesto del todo… —hizo notar el hombre, observando su brazo con suspicacia.

—Le aseguro que estoy en perfectas condiciones —replicó, aunque todavía sentía alguna molestia cuando movía el miembro.

—Si tú lo dices… En cualquier caso, no me arriesgaré a encargarte una misión demasiado complicada —repuso, ante la atenta mirada del gennin—, pero si te mando algo demasiado sencillo, seguro que piensas que creo que no podrías hacer nada más útil —aseveró, dedicándole una sonrisa cómplice, pues el kazekage ya conocía de sobra el carácter orgulloso de Fukukiri—. Así que, te encargaré una misión de rango D que podría ser algo compleja para un gennin novato —determinó. El chico asintió con la cabeza, en señal de aceptación, y el maestro shinobi prosiguió con la explicación—: Una mujer ha desaparecido en medio del desierto, en las inmediaciones de la aldea. No sabemos con seguridad dónde se encuentra, pero no creemos que haya podido ir muy lejos. Desgraciadamente, si nadie la ayuda, acabará muriendo de sed… ¡Debes dar con ella y traerla de vuelta! No olvides tener cuidado con los bandidos de las dunas —expuso, dando todos los detalles de la misión.

—¡A la orden! —obedeció, incorporándose y marchándose de la sala con celeridad, dispuesto a hallar a aquella señora lo antes posible…