Comenzando nuestro camino (Petición de misión)

Ginzuo y Yagara llegaron justo a la vez al edificio del Mizukage. Ginzuo entonces observó a los alrededores, no había nadie, miró hacia arriba contemplando la grandeza de aquel edificio que se alzaba sobre todos los de la aldea, aún boquiabierto dió sus primeros pasos hasta el interior del edificio. Los guardias le dejaron pasar con una mirada amenazante y finalmente entró en el interior del edificio.

Siguió las flechas, aún sin darse cuenta si su hermano venía detrás corriendo o no hasta llegar a la puerta del despacho del Mizukage, también escoltada por ninjas que le dejaron pasar con sólo mostrar Ginzuo su pergamino de misiones. A pasos más lentos se internó en la estancia y desplegó el pergamino de misiones sobre la mesa de éste.

- Mizukage-dono, a mí y a mi hermano gustaría ocuparnos de esta misión, por favor. - La sola presencia del Mizukage ya le hacía notar un cierto nerviosismo que disimulaba demostrándole todo su respeto en un saludo cordial inclinándose hacia él. - Nos llamamos Hôzuki Ginzuo y Saito Yagara. - Terminó, cuando sin apartar la seriedad de la tez de su cara se quedó de pie delante de aquella imponente mesa.

El espectacular edificio de Mizukage-dono infundía respeto ante los ojos del peliblanco. Su majestuosa arquitectura sobresaltaba en el centro de la Villa Oculta de la Niebla. El primer paso en el interior del edificio hizo cambiar la actitud del peliblanco. Aquella actitud infantil demostrada en la carrera para pagar el ramen había cambiado hacia la de un shinobi serio, pues aquella mirada de los guardias resultaba amenazante y Yagara se puso en la defensiva. Aquella bandana no simbolizaba solamente la aldea, sino una disciplina y una actitud de asesino.

Detrás de su hermano, avanzó con pasos rápidos tras las indicaciones halladas en las paredes de aquel edificio hasta llegar a la puerta de Mizukage-dono, la cual estaba escoltada por dos ninjas con la misma mirada fría y amenazadora. Su hermano fue el primero en pasar con el pergamino en sus manos y, acto seguido, lo desplegó en la mesa de Mizukage-dono. El peliblanco avanzó con un ritmo serio, abajó la mirada hacia el suelo y esperó la respuesta ante la petición.

Entonces Ginzuo estableció una conversación con Mizukage-dono mientras el peliblanco se dedicó a escucharla en silencio. Avanzó unos pasos hacia la derecha, cruzó los brazos y su rostro mostró respeto y frialdad, como el resto de los shinobis de la Niebla.

El viento soplaba fuerte esa mañana, el clima era humedo pero no cedía ante la lluvia.
Los guardias, siempre alertas, detectaron la presensia de dos Shinobi que se dirigian hacia aquel tenebroso lugar. Cuando ellos llegaron, los guardias les reconocieron y les dejaron pasar.
El Mizukage se encontraba meditando sobre temas importantes, cuando esos Shinobi irrumpieron en el lugar. Uno de ellos, que parecía el líder del pequeño grupo, impactó un pergamino en la mesa del Mizukage, y dijo - Mizukage-dono, a mí y a mi hermano gustaría ocuparnos de esta misión, por favor. - siguio diciendo - Nos llamamos Hôzuki Ginzuo y Saito Yagara. -.
Luego de oir estas palabras, el Mizukage se paró de su asiento en el cual se encontraba sentado, y mirando el horizonte dijo - Debo decir que llegan a tiempo ... - Cerro los ojos, pensativamente y prosiguió - El líder de una organizacion criminal, ah estado causando pequeños estragos por aquí ... El más reciente, es el asalto a un bar, en el cuál se secuestraron dos mujeres - volteó hacia ellos, y termino diciendo - Su mision será encontrarlo en las Ruinas, derrotarlo, capturarlo, traerlo aquí, y salvar a ambas mujeres ... Espero que no me defrauden, al confiarles esta mision ... - Les indico a donde debían dirigirse, y así, ambos Shinobi se marcharn del despach del Mizukage.
Ésta será su primer prueba ... pensó el Mizukage, mientras se sentaba, y retomaba su meditar.

Ginzuo escuchó atentamente todas las palabras del Mizukage, asentando con la cabeza, en su memoria quedaron todos los datos de aquella peligrosa misión, tomó todas las indicaciones y asentó la cabeza. - Entendido Mizukage-dono, no le defraudaremos, salvaremos a esas mujeres como sea. - Odiaba a aquellos bandidos, los odiaba a muerte, le recordaba a aquellos que hicieron que su padre tuviera que huir durante tanto tiempo, tanto odio acumulado... es como si su padre se lo hubiera transmitido a él.

Ginzuo necesitaba batalla, algo con lo que descargar todo aquello acumulado en su infancia... Se dio la vuelta, miró a Yagara seriamente y le dijo - ¿Lo has captado todo? Vamos, tenemos que ir cuanto antes. - Salio del despacho andando hasta llegar a la puerta, allí esperó a su hermano unos segundos y cuando éste llegó señaló al lugar donde debían de ir. - Es por allí, ¿Te acuerdas? Donde estuvimos entrenando, en las ruinas - Salió corriendo a toda velocidad hacia el sitio dónde habían estado entrenando momentos antes.

La misión era simple y, a la vez, complicada. Capturar a un criminal con dos rehenes. No parecía nada fácil, pero su hermano aceptó la misión con total seriedad, lo cual sorprendió al peliblanco. Parece que al fin te tomas algo en serio, Ginzuo... - sonrió al finalizar su comentario y observó la puerta del despacho de Mizukage-dono, en la cual los dos ninjas guardianes habían desaparecido. Aquí empieza nuestra primera misión... - pensó y, segundos después, su hermano le dedicó una mirada en la cual pudo contemplar seriedad, odio, rencor y, al mismo tiempo, frustración. Sí, sí, todo captado... - afirmó con la cabeza y siguió a su hermano tras despedirse de Mizukage-dono con una rápida reverencia.

Una vez fuera, escuchó las indicaciones de su hermano, lo cual hizo responderle con una sugerencia. Pareces ansioso para realizar la misión... será mejor que te calmes, o no podrás pensar con claridad y, entonces, tenemos más posibilidades de fallar en dicha tarea. El peliblanco aumentó su velocidad para seguir a su hermano, el cual le tomaba una ventaja de varios metros.