[Pasado] Entrenamiento de C1

Estaba amaneciendo, aquel astro maravilloso que irradabia una gran cantidad de energía se empezaba a alzar sobre el horizonte, disipando la oscuridad que se encontraba a su paso. Niichu era bastante pequeña, tenía la edad de unos 10 años y aun no dominaba ninguna técnica ninja aunque su padre había decidido comenzar con su enseñanza para intentar revivir algo de su pasado.

La niña a esa edad poseía aquellas extrañas bocas que marcaban su cuerpo y aunque se podian observar perfectamente la forma de estas nuncan habían dado indicio de vida, es decir, nunca se habían abierto. Estas manos a Niichu no le causaron una gran dificultad para relacionarse con los demás, después de todo era bastante solitaria, solo tenía un amigo de su misma edad, el cual se había criado con ella, nombre era Akaori Retsu.

Volviendo al tema principal, había llegado el momento de que su padre le enseñara su primera técnica ninja, la cual no sería una de las más básicas, pero si una de las más importantes ya que su barrera de sangre se apoyaba en ella. Consistía en emplear las bocas de las manos para formar figuras con una arcilla especial, la cual tenía unas cualidades explosivas. Esta arcilla era capaz de adoptar cualquier forma que la usuaria quisiera siempre que esta tubiera cierta determinación para hacerla, por ello, su padre anteriormente, había enseñado a Niichu a realizar varias figuras con arcilla normal. En su momento Niichu vio estúpido jugar con arcilla, le parecía un juego para niños pequeños pero ahora había encontrado que aquel pequeño sufrimiento como ella llegaba a catalogar podría haber dados sus frutos.

Ella aun no sabía como moldear aquella arcilla y menos, como hacer que las bocas de sus manos se abrieran para introducir aquella arcilla en ellas. Pero después de todo no fue muy costoso, cuando acercó un poco de aquella arcilla a sus manos estas se abrieron con ansias de poder masticar aquella masa. Las bocas sacaron la lengua y se empezaron a relamer su alrededor esperando que algo de aquella arcilla se introduciera en ellas. Niichu observó aquel espectáculo con curiosidad, en ningún momento se asustó incluso llegó a parecerle curioso y deseaba con ansias ponerlo en práctica.

El tiempo seguía avanzando, cada vez el sol se alzaba más en el horizonte y había llegado la hora de salir para comenzar con el entrenamiento así que su padre cogió a Niichu en brazos la contempló unos segundos casi sonriendo y le dio un suave beso en la mejilla para seguidamente dejarla en el suelo y dirigirse hacia el interior de la casa en busca de una mochila. Cuando el padre ya había cogido las cosas que el veía oportunas, se dirigió a la salida y llamo a Niichu, había llegado el momento de dirigirse al lugar del entrenamiento.

Cuando la niña escucho las palabras de su padre salió casi corriendo hacia la salida, acercándose mucho a el y seguidamente dando un pequeño salto para abalanzarce sobre el con la intención de darle un brazo. Su padre la cogió al vuelo y le susurró unas palabras al oido, las cuales cambiaron repentinamente el estado de ánimo de Niichu y permanecerían en su mente durante el resto de su vida.

Poco después salieron por las calles a un paso ligero, cada uno por un lado diferente y apenas se dirigieron la mirada, la niña se limitaba a seguir a su padre desviando la mirada al suelo a la vez que los destellos que solian emitir sus ojos gélidos se fueron apagando, en cambio su padre, bastante serio cada vez iba acelerando el paso, no tenía tiempo que perder y menos para ir contando sus problemas a aquella niña que aunque no lo pareciera el veía como una pesada cargar que tenia que llevar en nombre de su mujer, Hikari.

Niichu no paraba de mirar sus manos durante todo el camino, parecía que ya no le importaba nada pero... ¿Qué palabras podría haberle dicho su padre? o más bien... ¿Por qué ahora?. Despues de unos diez minutos llegaron a las puertas de la aldea oculta de la roca, pero su destino, aun se encontraba mucho más allá.

Continuación: Parte dos.